¿A papá o a mamá?

¿A quién quieres más, a mamá o a papá? ¡Qué pregunta tan cruel! No metáis al niño en líos, por favor. Pero si el propio Dios se te presenta, y te pregunta: ¿A quién quieres más, a mamá o a mí?… tienes un problema.

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí. ¿Tengo, entonces, que tener cuidado de no amar demasiado a mis seres queridos, no vaya a ser que los ame más que a Dios?

Respuesta: NO. Puedes y debes amar sin medida, siempre que tus afectos estén depositados en Dios. Porque, entonces, amas a Dios amando a los tuyos. Tus seres queridos son las manos de Dios pidiéndote amor.

El problema viene cuando fijas tu vista en una criatura, porque, en ese momento, dejas de fijarte en Cristo, y ese amor se convierte en cadena y te aparta de Dios. Si notaras que, cuanto más cerca estás de una persona, más lejos te sientes de Dios, mejor rompe esa atadura y recupera tu libertad para entregarte a Cristo.

(TOA13)