Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

21 junio, 2025 – Espiritualidad digital

Gratis, aunque no lo crean

La mañana de mi día libre la paso en el supermercado. Uno de esos que ofrecen 3×2, o segunda unidad al 50%, o un cheque ahorro que engorda con las compras. Me dejo engañar, me divierte, aunque sé que tiene truco, porque en este mundo nadie te regala nada.

No es verdad.

Lo más valioso de este mundo lo regala Dios.

Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.

En cada misa, Dios regala el cuerpo de su Hijo como alimento, y con Él regala vida eterna. No nos cuesta nada, aunque a Cristo le costó muerte de Cruz. Nadie te cobra entrada, ni te obliga a dar limosna en el cestillo, ni te impone una suscripción «tarifa plana». La iglesia está abierta. Entras, rezas, amas y comulgas. Si no estás preparado, el sacerdote te confiesa, también gratis. Y sales inmensamente rico, endiosado, feliz.

¡Dios mío! ¿Cómo es posible que haya más gente en el supermercado que en el templo durante la Misa? ¡Si los hombres supieran! ¡Si lo creyeran! Pero no lo creen. La noticia es demasiado buena. Se dejan engañar por el supermercado, y no se dejan bendecir por Dios.

(CXTIC)

Los que se dejan cuidar

No nos lo acabamos de creer. Tenemos miedo. En el fondo, pensamos que, si bajamos la guardia por un momento, lo perderemos todo. Por eso, incluso cuando estamos rezando, seguimos dando vueltas y vueltas a nuestras preocupaciones.

Y, sin embargo, lo creamos o no, Dios nos cuida. Nos cuida en las necesidades del cuerpo, y también en las del alma. Nos ofrece cada día el Pan de vida, nos viste de gracia en cada confesión, nos envía su Espíritu para que nos ilumine y nos protege en la lucha contra el pecado.

Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta… Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos.

Lo que nos diferencia de los pájaros y los lirios es que ellos no rechazan los cuidados de Dios. Nosotros, sin embargo, muchas veces los rechazamos, y entonces nos quedamos solos y nos perdemos. ¿Imaginas a un pájaro diciéndole a Dios: «Dame otra cosa de comer», o a un lirio protestando: «Déjame escoger el color del traje»? Así somos nosotros. Qué locura.

(TOI11S)

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad