La Resurrección del Señor

Viernes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario (Ciclo impar) – Espiritualidad digital

Que alguien sostenga al boxeador sonado

Algo le ha sucedido al corazón humano, y ese algo tiene que ver con el pecado. Ha recibido un fuerte golpe, y camina como un boxeador noqueado que ha perdido el equilibrio y se tambalea buscando apoyo en las cuerdas del cuadrilátero, o como un pobre borracho que caminara abrazándose a las farolas y a los muros para no caerse. Necesita agarrarse a algo o a alguien que lo sustente. Por eso, se apega a las criaturas buscando seguridades.

Y, en medio de su mareo, lo peor que puede sucederle es que llegue un falso asceta a gritarle: «¡No te apegues! No debes necesitar a nada ni a nadie. Rompe tus ataduras». Entonces, el pobre corazón responde: «¡Si las rompo, me caigo!». Con razón.

No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra. Haceos tesoros en el cielo. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. Para el corazón humano, la libertad no consiste en romper los apegos, sino en apegarse al Único que puede sustentarlo. ¿Te sientes apegado a algo o a alguien? Abrázate al sagrario, encadénate al Crucifijo, enamórate locamente del Señor. Y ya no necesitarás a nada ni a nadie. El ascetismo, sin oración, es un suicidio.

(TOI11V)

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad