Pero hay que cruzar un río

La magnífica miniserie «1883», de Taylor Sheridan, muestra a unos colonos europeos que buscan una vida nueva en Montana. Llevan toda su vida cargada en sus carros: muebles, ropa, enseres personales, instrumentos de música… Hasta que llega el momento de cruzar un río, el Brazos. Si queréis continuar, debéis dejarlo todo en la orilla, con ese cargamento no podréis cruzar, los carros se hundirían. No podéis llevar más que lo puesto y las provisiones. Imposible trasplantar la vida antigua a la tierra nueva. Elige. La vida antigua queda en una orilla: el piano, la cama, el aparador, el escritorio… Y la vida nueva comenzará desde cero, al otro lado del río.

Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Estas palabras, al hombre de hoy, le suenan extrañas. Vemos «1883» y pensamos: ¡Pobrecitos! Nosotros no somos así. No queremos renunciar a nada. Queremos seguir a Cristo y mantener nuestro nivel de vida, nuestras vacaciones, nuestros ahorros y nuestro tiempo de ocio. Los jóvenes no quieren ser sacerdotes, prefieren «vivir bien».

Nos hemos quedado rezando a este lado del río, mientras el Señor, acompañado de unos pocos, hace tiempo que cruzó hacia el cielo, que es mejor lugar que Montana.

(TOI08M)