Tu hermano es parte de ti

Así nos lo enseñaron: «Estos diez mandamientos se resumen en dos: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».

El segundo es este: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Para aquellos hombres, amar al prójimo como a uno mismo era una forma de medida. Si no te gusta que te mientan, no mientas. Si no te gusta que hablen mal de ti, no hables mal de nadie. Si no te gusta que te roben, no robes.

Para nosotros, sin embargo, ese precepto reviste una preciosa novedad. Nos dice san Pablo: Así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo (Rom 12, 5). Amo como a mí mismo a mi hermano, no cuando lo mido por el mismo rasero que me aplico a mí, sino cuando me doy cuenta de que somos uno. Cualquier cristiano es parte de mí, y yo, en Cristo, soy parte de él. Sus alegrías son las mías, sus penas me afectan, su vida me importa…

Recuérdalo cuando vayas a misa. Quienes allí están no sólo están compartiendo contigo el mismo espacio, como en una sala de cine. Somos un solo cuerpo en Cristo. Son parte de ti.

(TOI09J)