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Espiritualidad digital – Página 22 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

Una deuda pendiente

SimónSiete sentados en corro al atardecer. Se miran y no hablan. Simón dice, mientras se levanta: Me voy a pescar. No dice «vamos a pescar», sino «me voy a pescar». Está abatido. Son sus primeras palabras en el evangelio tras el «no conozco a ese hombre».

Sabemos que Cristo resucitado se apareció a Pedro el mismo domingo. Pero está claro, a la vista de su desolación, que aquel encuentro no fue suficiente. Quizá fue muy breve, al pescador no le dio tiempo a hacer lo que necesitaba: pedir perdón. Tampoco hubiera sabido cómo hacerlo.

Es el Señor, exclama Juan. Y, de repente, Pedro se dispara. Se ató la túnica y se echó al agua. De nuevo prescinde de sus compañeros. Aunque en esta ocasión no le siguieron, prefirieron llegar en barca. ¿Por qué tanta prisa?

Porque no aguanta más. Llega empapado a la orilla y abraza a Jesús. Pero sigue sin saber cómo pedir perdón. Jesús le ayudará: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Tras la tercera pregunta, rompe al fin a llorar: Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús sonríe: Apacienta mis ovejas. Y el corazón de Pedro, ante esa sonrisa, al fin encuentra la paz.

(TPC03)

Los que piden cielo

Durante su vida mortal, a Jesús le pidieron muchas cosas. Pero no todas eran igual de importantes. Ni tampoco concedió el Señor todo lo que le pidieron. A quienes le pedían un signo del cielo se lo negó. Y tampoco complació a quien le pedía que intercediera para que su hermano partiera la herencia con él. Le pidieron que curase a muchos enfermos y los curó. Pero las grandes peticiones, las que verdaderamente importaban, fueron pocas. El buen ladrón, que ya tenía todo perdido en esta vida, pidió algo realmente grande: el Paraíso.

Señor, muéstranos al Padre y nos basta. ¡Y nos basta! Es decir: «Si nos muestras al Padre, no queremos nada más». No es lo mismo pedir alivio para un dolor de espalda que decir: Muéstranos al Padre y nos basta. Está claro que los tres años de convivencia estrecha con Jesús purificaron mucho los deseos de Felipe.

Un joven que comienza a rezar pide ayuda para aprobar un examen. Pero si se adentra por caminos de oración, a lo largo de los años sus deseos se van mudando de la tierra al cielo. Y entonces pide gracia, pide gloria, y pide almas.

¿Qué pides tú? ¿Qué deseas?

(0305)

¿Qué es eso para tantos?

Grandes penitencias, largas oraciones, propósitos descomunales, proyectos ambiciosos… No me fío de quienes todo lo quieren hacer «a lo grande». Me fiaría si ellos fueran grandes, pero grande sólo es Dios. Lo único que quisiera hacer «a lo grande» es amarlo. Quisiera amarlo hasta que me reventara el corazón, sin medida ni freno. Pero, a la hora de hacer… uno se ve tan pequeño…

Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos? Llevo al altar un poco de pan y un poquito de vino, y sé que Dios quiere obrar la redención del género humano. Pero ¿qué es eso para tantos? Entonces toma Dios la pobre ofrenda, la transforma en el cuerpo y la sangre de su Hijo, y redime la tierra con ese santo sacrificio. Lo ha hecho Él, no yo. Si hubiese llevado veinte toneladas de pan al altar, igual me hubiese creído capaz de acabar con el hambre en el mundo.

Me miro a mí mismo… Soy tan poca cosa… ¿Qué eso para tantos? Y Dios me toma y perdona los pecados a través de mí.

Los pequeños debemos ofrecer cosas pequeñas. El grande es Dios.

(TP02V)

¡Despierta, Vicente!

almas sencillasYa os he hablado en otra ocasión del apellido de los santos, de esa «santa coma» que ponemos tras su nombre y precede al «apellido». San José tiene dos apellidos, dos santas comas. El 19 de marzo lo celebramos como «esposo de la Virgen María». Y hoy, 1 de mayo, la santa coma da paso a otro apellido: «Obrero». Lo que significa que se santificó trabajando. Trabajando en la carpintería y enseñando a trabajar nada menos que a Dios hecho hombre. No es mal apellido ése.

Quisiera yo (y pienso que Dios también) más santos con apellidos similares. Tenemos a san Isidro, desde luego, y a mi santo patrón, san Fernando, rey. Pero ¿cuánto falta para que aparezca un san Vicente, funcionario; un san Andrés, químico; una santa Antonia, esposa y madre…?

Falta el tiempo que necesita Vicente para cumplir con sus horarios de trabajo en el ministerio y considerarlos tiempos de entrega a Dios. Falta el tiempo que Vicente necesita para darse cuenta de que no sólo se santifica yendo a todas las adoraciones de su parroquia, sino también atendiendo con cariño humano y sobrenatural a los contribuyentes que pasen por su ventanilla. También a los malhumorados.

¡Despierta, Vicente!

(0105)

El evangelio según Van Gaal

¿Os acordáis de aquel entrenador holandés del Barça llamado Van Gaal? Se hizo famoso por una sola frase pronunciada de una manera peculiar: «Todo negativvvvo, nada positivvvvo»? Tendría que venir hoy a vernos para explicarnos el evangelio y poner en evidencia a los cenizos.

Porque muchos que se dicen cristianos encuentran un extraño placer en hurgar en las tinieblas: «Qué mal va todo. Qué mal me tratan. Qué mal tiempo hace. Qué mal va el país. Qué mal va la Iglesia. Qué mal va mi artritis». Yo me cambio de acera cuando encuentro a uno de éstos por la calle. «Todo negativvvvo, nada positivvvvo».

El que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios. ¡Hay tanta luz! Ha resucitado Cristo, nuestros pecados han sido perdonados, hemos sido hechos hijos de Dios, la muerte ha sido vencida y nos espera la gloria eterna, que disfrutamos ya. ¿Por qué hurgar en las tinieblas? Ya sabemos que hay realidades dolorosas. Pero hasta esos dolores han quedado asumidos en las gloriosas llagas de Cristo resucitado.

Sonríe. Anuncia a los hombres con tu alegría que Cristo vive. Llénate de luz y sé una lámpara.

(TP02X)

Cruz gloriosa, Amor, descanso

Me encaré, en el ágape posterior a la Vigilia Pascual, con un feligrés bienintencionado pero poco formado. Hay cosas que no se deben decir: «Feliz Pascua, padre. Cristo ha resucitado. La Cruz ha quedado atrás». ¡Qué disparate! Si la Cruz hubiera quedado atrás, estaríamos en el infierno, porque le habríamos dado la espalda. Hasta en el cielo se yergue, poderosa y amante, la cruz gloriosa, porque hasta el cielo alcanza el sacrificio redentor de Cristo. Quedarán atrás el pecado, el dolor y la muerte, pero no la Cruz, que es el Amor.

Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Sólo un alma enamorada de la Cruz puede entender que ella es yugo dulce y que en ella está el descanso. Ella es el lecho nupcial donde se recuestan en Amor el Esposo y la Esposa. Ella es la intimidad más secreta, el abrazo más estrecho entre Cristo y el alma en medio de la oscuridad luminosa. Ella es el descanso sabático prometido al santo, porque, desde ella, mientras la sangre y el agua riegan la tierra y la fecundan, vio Dios que todo era bueno.

(2904)

Nicodemo y el nuevo nacimiento

Nicodemo es todo un personaje. Tiene una honestidad intelectual que tira de espaldas: Nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él. Ojalá los demás fariseos hubieran sabido reconocer esos signos como lo hizo él. Sin embargo, a Nicodemo le puede la prudencia de este mundo. Aun reconociendo que Dios estaba con Jesús, no quiso significarse demasiado ante los demás fariseos hasta que el Señor no hubo muerto. Si se hubiese significado antes, quizá hubiera muerto con Él. ¡Quién sabe!

No te extrañes de que te haya dicho: «Tenéis que nacer de nuevo». En el fondo, le dio miedo nacer de nuevo: morir allí, en ese encuentro con Jesús, y que saliera por la puerta un Nicodemo nuevo, un Nicodemo que ha dejado todo atrás y sólo vive para Cristo, un Nicodemo que ha muerto al pecado y a la vanidad de las apariencias y honores de este mundo, un recién nacido a quien ya nada le importa salvo el Amor de Dios manifestado en Jesús.

Ojalá puedas decir que ya no eres el que eras. Ojalá puedas decir que, a partir de hoy, tu vida es Cristo, y que nada te importa sino Él.

(TP02L)

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