La Resurrección del Señor

27 mayo, 2023 – Espiritualidad digital

Un nuevo Pentecostés

Por favor, tómate muy en serio esta pregunta: ¿A cuántas personas que no creen has hablado de Cristo en la última semana?

Es increíble que me estés leyendo. Es increíble que yo esté escribiendo estas líneas. Es increíble que haya, en este mundo, miles de millones de personas convencidas de que un hombre resucitó hace veinte siglos. La Iglesia debería haberse extinguido en veinte años. Tras la muerte de Jesús, sus pocos seguidores estaban aterrados y escondidos, metidos en un cenáculo como un ratón en su ratonera, como la llama de un cirio bajo el cazo del apagavelas.

Pero, en Pentecostés, el Espíritu abrasó los corazones de aquellos hombres, haciéndolos salir como antorchas que incendiaron la tierra. Y, en tres siglos, el mundo era cristiano. Aquel fuego, con el paso del tiempo, cruzó el Océano y América fue pasto de las llamas.

Hasta hace poco más de dos siglos. Desde la Revolución Francesa, presos de una estúpida vergüenza, los cristianos nos replegamos en nuestros cenáculos. Salvando honrosas excepciones, ya no hablamos de Jesús más que en el templo.

¿A cuántas personas que no creen has hablado de Cristo en la última semana?

¿Cómo no pedir, a gritos, un nuevo Pentecostés?

(PENTA)

El mundo está lleno de personas

Os parecerá una tontería, pero a mí no deja de asombrarme. Detengo mi automóvil en un semáforo, en el centro de Madrid. Y cruzan ante mí decenas de rostros desconocidos. Cruzo un pueblo perdido del norte de España, y veo en sus aceras a una mujer joven con un niño. Subo al tren, y encuentro sentadas a más de veinte personas a quienes nunca he visto. Y pienso: El mundo está lleno de personas. Qué estupidez, ya lo sabemos. Pero tras cada rostro hay una historia, unos padres, un sufrimiento, unas ilusiones, un misterio. Todos son distintos, ni uno de ellos está repetido. Y sólo puedo asombrarme y rezar. Jamás podré desentrañar esos misterios habitados por la mirada amorosa de Dios.

Señor, y este, ¿qué? ¡Pobre Simón! ¿Cómo vas a desentrañar el misterio de tu hermano? Póstrate ante él, venéralo como a una imagen misteriosa de Dios, como a un cosmos infinito en miniatura, pero no quieras desentrañarlo. Quisiera decirte: «¡Métete en tu vida!».

Con mejores palabras te lo dice Jesús: Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme. Ocúpate en ser santo tú. Y todas las personas que habitan este mundo se beneficiarán.

(TP07S)

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