La Resurrección del Señor

13 mayo, 2023 – Espiritualidad digital

Practicantes y contemplativos

Hace poco me preguntaba un joven: «¿Para qué me ha creado Dios?». No digo que sea una mala pregunta; todo hombre tiene una misión sobre la tierra. Pero esa pregunta es muy propia de nuestra generación, tan marcada por el sentido práctico. Todo debe servir para algo. Y yo, ¿para qué sirvo? Tan prácticos somos, que muchas veces, para decir que somos buenos cristianos, nos llamamos cristianos «practicantes». ¡Qué horror!

La primera pregunta no es «¿para qué?», sino «¿por qué?». ¿Por qué me ha creado Dios? Dios me ha creado porque me ama. Y si me ama, antes de saber cuál es mi misión, yo quiero disfrutar ese Amor. Deseo ver a Dios. Antes de ser práctico –o practicante– quiero ser contemplativo. Sólo seré eficaz si primero soy feliz.

El que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él. No puedo ver a Cristo con mis ojos. Pero puedo paladear su palabra y devorar su cuerpo. Cuando lo hago, Él se manifiesta ante mi alma por la fe. Y entonces, lleno de ese Amor, deseo entregar mi vida al cumplimiento de su voluntad. Ya sé «para qué» me creó: para amarlo.

(TPA06)

Creo en mi partida de Bautismo

Mi partida de nacimiento dice que he nacido en Madrid. Pero mi partida de Bautismo asegura que he nacido del cielo, que no he nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino de Dios (Jn 1, 13). Confirmo el dato de mi partida de nacimiento, pero creo en mi partida de Bautismo. El Amor de Cristo me hizo nacer de nuevo, y soy ciudadano del cielo, conciudadano de los santos, y miembro de la familia de Dios (Ef 2, 19).

No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo. Poco después, el Señor pedirá a su Padre que no saque a los suyos del mundo, sino que los guarde del mal (Cf. Jn 17, 15). Vivimos aquí, pero no somos de aquí. Somos del cielo, y nuestros anhelos están en el cielo, en los bienes de arriba. Por eso somos capaces de renunciar a muchas cosas por las que los hombres se matan unos a otros. Y unos nos odian, porque están en guerra con Dios, mientras otros se preguntan qué nos sucede, de qué vamos… Estos últimos acaban mirando al cielo.

Recuérdalo: estás aquí, pero no eres de aquí.

(TP05S)

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad