Diez vírgenes. Cinco necias, y cinco prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
¿En qué consiste ese suplemento de aceite que salvó a las vírgenes prudentes? Os pondré un ejemplo. Pero tened en cuenta, para que lo entendáis, que ninguna de las diez vírgenes permaneció en vela, todas se durmieron… Es decir, todas pecaron. Aquí no hay buenas y malas, todas son pecadoras. Hay necias y prudentes.
El segundo mandamiento de la santa Madre Iglesia nos pide confesar al menos una vez al año. Es, digamos, lo mínimo para que el ángel custodio no tenga que ir con mascarilla. Si una persona confiesa por Pascua florida, cumple con el mandamiento. Y, si le llega la muerte al final de la Cuaresma siguiente… ¿cómo la encontrará? Mejor no pensarlo. Pero si una persona confiesa cada quince días, cuando Dios la llame encontrará su alma recién confesada. Las dos personas pecan, pero una estará mucho mejor dispuesta que otra.
Ése es el suplemento de aceite. Y, por poner otro ejemplo: si vas a misa todos los días, seguro que la muerte te encuentra recién comulgado.
(TOP21V)