En los comienzos de su vida pública, sabemos que Jesús buscaba lugares desiertos para orar a solas. Pero, conforme su fama se fue extendiendo, cada vez le fue más difícil encontrar intimidad con su Padre; la gente le seguía a todas partes.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud.
Así, día tras día, hasta el Calvario. Allí, finalmente, se quedó solo con sus seres más queridos en medio de la noche. ¿Quién iba a querer seguirlo a ese pozo de tinieblas, donde quien antes sanaba a los enfermos es ahora un mosaico de dolores y ultrajes? ¿Quién, de entre aquéllos que buscaban milagros, lo acompañaría al valle de las sombras, donde el alma se siente abandonada por Dios? Únicamente quienes lo amaban sólo a Él.
El Gólgota es el lugar desierto, despreciado por los hombres, donde Jesús y el alma se quedan a solas, y el alma descansa mientras reposa Cristo en su Padre, entregándole el Espíritu.
No te extrañe si te sientes solo. Estás a solas con Jesús en medio de la noche. Descansa.
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