Cada vez que vayas a Misa, recuerda estas palabras de Jesús:
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
En medio de nosotros se hace presente el Señor, primero por su palabra y, después, por su cuerpo y su sangre, entregados sobre el altar.
La Misa es la oración de petición más poderosa. Por eso, haces muy bien en encargar misas por tus difuntos, o por tus intenciones.
Presta especial atención a la plegaria eucarística, que es la oración que pronuncia el sacerdote después de la consagración. En esa oración, la Iglesia entera pide por los pastores, por los vivos, por los difuntos… No estaría de más que dedicaras un tiempo de oración tranquilo a leer las cuatro plegarias principales del Misal Romano. Así vas haciendo tuya esa súplica que es de Cristo y de toda la Iglesia.
Y después, si me permites un consejo, pon una intención a cada misa a la que asistas. Así la unes a esa plegaria del sacerdote.
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