La Resurrección del Señor

Martes de la 32ª semana del Tiempo Ordinario (Ciclo impar) – Espiritualidad digital

La dulce paz

Hace unos meses acudió a mí una mujer enferma de cáncer que había entrado en la última etapa de su enfermedad. Venía a pedirme la santa Unción. No estaba triste, ni siquiera preocupada. «Yo ya he cumplido mi misión», me dijo. «He formado una familia, he criado a mis hijos y he permanecido siempre junto a mi marido. Me marcho tranquila». Sentí deseos de arrodillarme ante aquella alma.

¡Quién pudiera decir, como el Señor, a la hora de la muerte: «Está consumado, he llevado a cabo mi misión»! Aquella mujer murió semanas después plácidamente, rodeada del cariño de los suyos.

Le pido a Dios la gracia, para mí y para vosotros, de poder decir lo mismo cuando Cristo nos llame. Pero, aunque pudiéramos decirlo, no por eso moriríamos llenos de orgullo, pensando que hemos hecho algo extraordinario. Nos bastaría pensar que somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer. No habría orgullo, pero moriríamos envueltos en una dulce paz. La dulce paz del siervo inútil a quien su Amo mira complacido.

Y Dios, que es el único grande, se serviría, por su misericordia, de nuestra obediencia cumplida para unirla a la de su Hijo y redimir la tierra.

(TOI32M)

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad