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Espiritualidad digital – Página 4 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

Enfados buenos, enfados malos

He descubierto que, con la edad, cada vez me enfado menos. Por un lado, me alegra, igual me está entrando la mansedumbre por las arrugas. Por otro, me preocupa, porque igual estoy perdiendo energía. Aunque cuando veo a personas que, cuanto más viejas, se hacen más cascarrabias se vuelven, creo que prefiero lo mío.

Repaso mis enfados pasados, y con la distancia veo que, en el ochenta por ciento de los casos, no era para tanto. Hay un veinte por ciento de enfados de los que me alegro. Y leo hoy el enfado de Santiago y Juan y me troncho:

Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos? Jajaja, yo nunca llegué a tanto. Creo. Jesús se volvió y los regañó. Mira, ahí tienes un enfado bueno.

Jesús se enfadó muy pocas veces. Pero fueron enfados justificados. Pudo enfadarse otras muchas y, en lugar de eso, reaccionó con mansedumbre. Es decir, que se enfadó un veinte por ciento de las veces en que pudo enfadarse. La cuota de enfados lícitos.

Por eso yo le agradezco al Señor que me enfade menos, pero le pido que, cuando tenga que enfadarme, ruja como el león. Como Él.

(TOI26M)

Incanonizables

La fiesta de los tres arcángeles tiene mucho de especial. A diferencia de otras conmemoraciones, hoy no celebramos a santos canonizados tras una vida de virtudes heroicas. Los arcángeles tampoco son gasecillos que ocupan lo mismo que un cuerpo, ni cuerpos semitransparentes con alas que husmean por el aire.

Miguel, Gabriel y Rafael son espíritus puros y limpios que no ocupan espacio, no están aquí ni allí salvo por sus operaciones, y prueban que Dios quiere salvar al hombre.

Miguel es la muestra arcangélica de que Dios quiere librarnos del poder del Malo. Por eso lo invocamos para que aleje a los demonios y derrote el poder del Enemigo.

Gabriel nos muestra que Dios, como a la Virgen, también a nosotros nos quiere hacer llegar su palabra. Por eso recurrimos a su ayuda para conocer y comprender el plan del Señor.

Rafael, que guio al joven Tobías en su camino, nos muestra que Dios quiere que lleguemos a Él por los caminos del bien. Por eso lo invocamos, no sólo antes de emprender un viaje, sino también en esas encrucijadas de la vida en las que nos sentimos desorientados.

No son santos canonizados. Son quienes los ayudaron a ser santos.

(2909)

La verdadera historia de Lázaro y Epulón

Te voy a explicar la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón:

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Desde el bautismo fue revestido con la púrpura de la sangre de Cristo, y cada día participaba en el banquete de la Eucaristía. Era realmente rico, porque tenía fe, que es la mayor de las riquezas.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Vivía en la casa de al lado. Más que vivir, moría, porque vivía sin Dios. Estaba echado, echado por tierra, porque toda su vida era tierra, no había cielo para él. Le cubrían el alma, como llagas, sus pecados. Nada le saciaba, siempre estaba hambriento. Nadie le dijo que su hambre era hambre de Dios.

Epulón seguía a lo suyo, a sus misas y devociones. ¿No hablarás de Cristo a ese pobre hombre que vive a tu lado? No, no, que se reirá de mí, mejor no meterme en líos. Además, no me hará caso. Rezaré por él.

Qué paradoja: se salvó Lázaro y se condenó Epulón. Cuidado.

(TOC26)

El sentido

No culpéis a los apóstoles. Al menos yo no los culpo. Creo que me habría sucedido lo mismo que a ellos. Cuando Jesús, por enésima vez, les anunció su Pasión, ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

¡Cómo no les iba a dar miedo, si el propio Cristo tiritó, presa del pavor y la angustia, en Getsemaní!

A todos nos da miedo. Pero peor es darse la vuelta y tratar de encontrar la vida en el egoísmo para perderla del todo. El pecado da más miedo que la muerte. Así que, entre dos miedos, prefiero tiritar con Jesús que condenarme solo.

Lo único que podemos hacer es lo que hizo la Virgen, lo que hicieron Juan y María Magdalena, lo que hacen los niños que tienen miedo (¿o acaso pensáis que ellos no lo tenían?): Cogernos a la mano fuerte y dulce del Señor y atravesar, abrazados a Él, esas tinieblas entre las que entregamos la vida.

Quizá así, a diferencia de aquellos apóstoles, que no captaban el sentido, lleguemos a captarlo. Cristo crucificado es la respuesta a todas las preguntas, Él es el sentido.

(TOI25S)

Desde el Leño reinó Dios

¿Por qué?

El Hijo de Dios se hace hombre y se acerca a los hombres como Mesías para salvar al pueblo. Lo que desea, por tanto, es que los hombres lo reconozcan como el Ungido de Yahweh, acudan a Él y se salven. Sin embargo, cuando Pedro lo reconoce y dice que Él que es el Mesías de Dios, Jesús les prohi­bió terminantemente decírselo a nadie.

¿Por qué?

Porque los hombres no podían entenderlo. Ni los propios apóstoles lo entendían del todo. Ellos, como los demás judíos, identificaban Mesías con esplendor, triunfo y gloria terrena. Por eso, inmediatamente les señala el camino de la Cruz: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Realmente, no lo llegaron a entender hasta que resucitó. Un rey que reina desde el Leño, desde la afrenta, desde el ultraje… no es fácil de entender. Hasta que miras y miras y te enamoras, y te roba Cristo el corazón desde la Cruz. Entonces, casi sin querer, se te escapa un «¡Rey mío y Dios mío!».

Entonces tú, que has conocido ese reinado, se lo dices a todo el mundo.

(TOI25V)

Buscad su rostro

Me apena el comprobar cómo a muchos cristianos la oración de contemplación les es completamente ajena. No la practican, ni tienen deseo alguno de practicarla. Rezan, sí. Rezan para pedir, para meditar, para dar gracias o para cumplir con un precepto. Pero no parecen tener deseo de ver al Señor. Prefieren ver la tele. Ante la tele sí que contemplan… estupideces.

Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?» Y tenía ganas de verlo.

Va a resultar que el malvado Herodes tenía más deseos de contemplación que muchos cristianos. Hombre, era una contemplación un poco discutible, porque cuando finalmente vio a Jesús se burló de Él y lo ultrajó. Pero lo cierto es que había oído hablar de Cristo y, después de oír, quiso ver.

Ojalá estas pobres líneas os encendieran en deseos de ver al Señor. Ojalá, al leerlas, pensarais: «¿Quién es éste de quien escribe este sacerdote? ¡Yo quiero ver a ese Jesús!» Daría por bien empleados estos más de doce años escribiendo día tras día sobre Cristo.

Buscad el rostro de Cristo. Contemplad los evangelios. Buscadlo en el centro mismo de vuestras almas en gracia. Enamoraos de Él.

(TOI25J)

Poder y prebendas

En este mundo, cuando te dan todo el poder te dan también todas las prebendas. Si eres presidente del gobierno español, veraneas en La Mareta, viajas gratis, llevas escolta y otros van por ti al supermercado. No lo discuto, seguramente debe ser así, es la forma que un país tiene de cuidar a quien –supuestamente– le cuida. Sólo lo digo porque me hace gracia lo distinto que es el reino de Dios.

Jesús, Hijo de Dios, rey de reyes y señor de señores, dio a sus apóstoles más poder del que jamás ha tenido emperador alguno en la tierra: Les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Eso los sitúa por encima de principados, dominaciones y potestades, y por encima de la misma muerte. ¿Qué prebendas conlleva semejante poder?

No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno. Recorreréis el mundo como mendigos mientras regaláis vida eterna. Y no será el mundo quien os cuide. Os cuidará Dios.

O sea, que el mundo cuida a quienes tantas veces todo lo estropean, y a quienes todo lo arreglan los cuida Dios. Vale la pena.

(TOI25X)

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