La soledad de un hombre llamado Jesús

El evangelio de hoy no nos mostrará todos sus secretos a menos que tengamos en cuenta la soledad del hombre llamado Jesús.

¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?… Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

No lo leas como si fuera una pregunta de Catecismo. No lo es. Piensa en la necesidad que tiene todo hombre de ser conocido y comprendido, en lo solo que se puede llegar a sentir quien no puede compartir su intimidad con nadie. ¿No has pensado nunca en esa soledad humana de Cristo? Desde que abandonó la casa de su madre, nadie, ni de lejos, pudo comprender esa intimidad del Unigénito de Dios. La satisfacción que experimenta un hombre al sentirse mirado, comprendido y conocido por un ser amado le fue denegada durante su vida pública… hasta este momento.

Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús vio, en estas palabras, un regalo de su Padre, quien iluminó con el Espíritu el corazón de Pedro para que fuese su «tú», su Esposa, su Iglesia, la Roca en que apoyarse.

No tienes la menor idea de la satisfacción que procuras al Señor cuando miras al sagrario con fe y amor.

(TOA21)