Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

11 octubre, 2025 – Espiritualidad digital

Feministas del Pilar

Ahora lo llaman feminismo. Y lo venden como una conquista de la modernidad. Pero la Biblia, desde siempre, ha exaltado la dignidad de la mujer como nadie lo ha hecho. Admito que los cristianos, a lo largo de la Historia, no hemos estado a la altura. A la mujer se la ha postergado y despreciado, se la ha considerado como inferior al hombre en muchas épocas y culturas a las que se llamó «cristianas». Pero aquello fue una traición, culpable o inconsciente, a las verdades reveladas.

Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.

Miradla sobre el pilar. Está sobre el pilar y es pilar. Porque la mujer ha sido siempre el pilar de la Humanidad. Por eso el Demonio, desde Eva hasta la mujer perseguida por el dragón del Apocalipsis, pasando por nuestros días, ha acechado siempre a la mujer. Él sabe que, si cae el hombre, la mujer lo levantará. Pero, si cae la mujer, el hombre caerá tras ella. Si en una familia cae el padre, la madre lo pone en pie. Pero si la madre cae, la familia entera cae con ella. Así nos va.

¿Somos feministas? ¡Claro! De los del Pilar.

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Cumplimiento y docilidad

A aquella mujer que ensalzaba (o, más bien, santamente «envidiaba») a la madre de Jesús el Señor le responde: Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.

Pero ¿qué es cumplir la palabra de Dios? Porque esa palabra del cielo no es como la orden de un general a sus tropas, ni su cumplimiento es una mera ejecución. De ser así, estaríamos perdidos. ¿Quién de nosotros puede cumplir una sola línea del sermón de la montaña?

La respuesta de Jesús a aquella mujer es, realmente, un modo de continuar y llevar más allá la alabanza a la Virgen. Porque, cuando hablamos de la palabra de Dios, cumplirla es, precisamente, lo que ella hace. Tras haber escuchado y acogido en su inmaculado corazón y en sus purísimas entrañas esa palabra, dice: «hágase». Es decir, se pone al servicio de la palabra misma, entrega su voluntad por la obediencia, y por su docilidad permite que esa palabra se cumpla en ella.

He ahí la clave del cumplimiento de la palabra de Dios: la docilidad. No se trata tanto de hacer como de dejarse hacer. Porque, si nosotros somos dóciles, la Palabra obra por sí misma lo que dice.

(TOI27S)

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