La Resurrección del Señor

Miércoles de la 22ª semana del Tiempo Ordinario (Ciclo impar) – Espiritualidad digital

Pasó una tarde, pasó una mañana…

Dicen que, merced al ADN, en cada célula se encuentra toda la información biológica de un ser humano. En el Evangelio esto sucede también. En un solo párrafo puedes encontrar todo el misterio pascual, si sabes mirarlo con ojos contemplativos.

Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando. Estás ante la Cruz. Se ha puesto el sol. Él es el Sol. El astro también se oscureció. Y todas las enfermedades, los sufrimientos, los pecados de los hombres fueron congregados en torno a Él. Él, con su sangre, los iba lavando.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto. La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos. Ha amanecido el domingo. Cristo se ha despertado temprano, ha salido del sepulcro. Y los hombres lo buscan, lo buscamos. Lo busca María Magdalena y, al encontrarlo, intenta retenerlo, querría abrazarlo y no dejarlo escapar. Como yo. Pero Jesús se escurre. La persecución debe continuar hasta el cielo.

«Pasó una tarde, pasó una mañana»… El día octavo. El primero de la nueva creación.

(TOI22X)

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