¿Qué es lo contrario de un santo? La respuesta fácil es: «un pecador». Pero, aunque fácil, esa respuesta es falsa. Con excepción de la Virgen santísima, los santos son y han sido pecadores. Entonces, ¿qué es lo contrario de un santo?
Lo contrario de un santo es un tibio. Tibio es quien hace las paces con el pecado venial, o con las pequeñas faltas que atentan contra la delicadeza en el amor. «28 minutos ya son media hora, doy la oración por hecha». «Bah, no importa, son mentiras “piadosas”». «No es domingo, no es tan grave si llego tarde a misa». El santo es un pecador a quien le duelen sus pecados y lucha contra ellos. El tibio es un calculador que pacta con el pecado para evitar entregarse del todo. Muchas veces no son pecados mortales, sino pequeñas faltas de amor. Hilos de seda que lo encadenan al Demonio. Cuidado con ellos.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Odia a muerte el pecado venial, examínate cada noche y recomienza cada mañana. Así se alcanza la santidad.
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