Quede claro que Jesús ama a los cerdos. Pero, si tiene que elegir entre un cerdo y un hombre, elige al hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. Él vino a morir, no por las bestias, sino por los hombres.
Parece que fuera don Pero Grullo el autor del párrafo anterior, pero al pobre don Pero ya no lo conocen por aquí, como no lo conocían los gerasenos: Ellos le rogaban que se marchase de su comarca, porque preferían una piara de cerdos al alma de un hombre atormentado por los demonios. También nuestros contemporáneos prefieren proteger a los animales antes que a los niños que moran en el vientre de su madre.
Pero no fue Jesús quien mató a los cerdos, sino los demonios. Y aquellos demonios se quedaron en Gerasa. Porque los gerasenos prefirieron convivir con los demonios que con el Hijo de Dios.
Por eso Cristo pide al hombre sanado: Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo. Hay mucho que hacer en ese pueblo. Y en el tuyo. Recuérdale a los hombres la dignidad de los hijos de Dios. Que el Señor y don Pero Grullo te ayuden.
(TOI04L)