Reloj, no marques las horas
La gente se equivoca con la vida eterna. Piensan en una vida interminable, como si, al finalizar el partido y ser alcanzados por la muerte, el árbitro celestial pitara una prórroga infinita. Pero eso no es la vida eterna. Además, la vida es «terminable». Se acaba con la muerte. No hay prórroga.
Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Cuando conoces a Cristo, cuando lo contemplas y caes rendido ante Él, cuando tú lo miras y Él te mira en medio de esa noche de la fe, ¿no te parece que escapas del tiempo? Es lo del bolero, para que me entiendas: «Reloj, no marques las horas, haz esta noche perpetua, para que nunca se aleje de mí, para que nunca amanezca». Eso, pero hecho verdad.
Da pena que la oración de muchos cristianos sólo consista en «Dame, perdóname, gracias, haré esto, evitaré aquello». No contemplan, están atrapados en el tiempo.
Dejaos levantar. Mirad con mirada de fe. Habitad la eternidad. Gozad el Amor. Y, cuando el árbitro pite el final del partido, los noventa minutos serán absorbidos por ese reloj que no marca las horas. El gozo eterno.
(TP07M)