Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

Espiritualidad digital – Página 43 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

¡Hombre!

Jesús pudo haberlo llamado por su nombre. Pero no lo hizo. Cuando lo tuvo ante Él, postrado en una camilla e incapacitado para levantarse a causa de la parálisis, le dijo:

Hombre, tus pecados están perdonados.

Y es que no se dirigía sólo a él. Se dirigía al hombre, a cada hombre, a la Humanidad entera. Y proclamaba la noticia que, aventada por ese último Aliento que expiró desde la Cruz, quiere propagarse por toda la tierra y llegar hasta el corazón del último de los hijos de Adán.

No hacen ningún bien quienes se acercan al pecador para amenazarlo con las penas del Infierno. Ni tampoco necesita el pecador que lo amenacen con las penas del Infierno, porque ya las está sufriendo. Lo que necesita el pecador es que le anuncien que su pecado está perdonado, que los brazos abiertos de Cristo lo están esperando para rodearlo y limpiarlo en un abrazo de misericordia y ternura.

Te sorprendería saber cuántas personas que viven en el pecado no se acercan a Dios porque creen que no los podrá perdonar. Porque muchos los han condenado al Infierno, pero nadie les ha dicho:

Hombre, tus pecados están perdonados.

¿Se lo dirás tú?

(TA02L)

“Misterios de Navidad

Guapa

guapísimaMe gusta el latín. ¿Sabes cómo se llama en latín a la Inmaculada? La «Tota Pulchra». Se traduce la Limpísima, la Purísima y la Guapísima; las tres traducciones sirven. A mí me fascina la última. Hay un canto litúrgico en España: «Tú eres toda hermosa, oh madre del Señor». Es un canto a la Inmaculada. Me encanta.

María es la Limpísima, porque su alma, liberada de la mancha original desde la concepción, jamás se contaminó con el pecado. Por eso es también la Purísima. Esa limpieza del alma se trasluce en la pureza de su corazón y de sus ojos. A quienes se encuentran ahogados en el cenagal de la lujuria les digo: «Si quieres dinero, buscas a un millonario. Si quieres pureza, busca a la Purísima; reza el rosario, acude a ella en los momentos de tentación, pídele la castidad como pide un enfermo la salud. No te la negará, pues ella tiene pureza a raudales».

Es muy especialmente su pureza la que la hace hermosa, la más hermosa de las mujeres. Porque su mirada es amorosa y cristalina, sus ojos son manantiales de agua limpia. Te quedas mirando esos ojos, y ves el cielo perfumado de mujer.

¡Guapa!

(0812)

“Misterios de Navidad

Mejor la compasión que la ira

Es verdad. Esa persona te hizo daño. Te trató mal, fue injusta contigo. Pero lo que te cuesta entender es que es mucho mayor el daño que te estás haciendo a ti mismo con ese rencor. La mirada de ira, casi de furia, que diriges a esa persona te está matando por dentro.

Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Aprende del Señor. Siempre es mejor una mirada de lástima que una de condena. Así nos mira Cristo desde la Cruz, con lástima. Y no nos condena, sino que se ofrece por nosotros y nos salva.

Mientras no veamos claramente la maldad –y casi nunca la vemos–, mejor digamos: «¡Pobrecillos!». Los hombres no ven a Dios, andan como ovejas sin pastor, extenuados y abandonados. Intentan redimirse a sí mismos y acaban heridos e insatisfechos. La verdad es que damos mucha pena.

A Dios se la damos. Yo no digo que Dios no se enfade; digo que nunca lo he visto enfadado, sino apenado. Por eso viene a mostrarnos el Camino: Cristo. También a ti, que estás tan herido. Serás sanado y llevado a casa. Anda, apacíguate.

(TA01S)

“Misterios de Navidad

Cuando se haga la luz

Si ayer os hablaba del débil que se creía fuerte, hoy os hablo del ciego que cree que ve. Es decir, de nosotros. Encendemos la luz del dormitorio por la mañana y no tropezamos con los muebles. Salimos a la calle, vemos lucir el sol o caer la lluvia y, si viene un autobús, lo vemos llegar. Creemos que vemos, pero estamos a oscuras. Vemos sombras. La verdadera luz, que es el rostro de Cristo, no lo vemos. Estamos ciegos.

Les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe». Por un momento recobraron la vista, porque vieron a Jesús que sonreía. Después volvieron a casa a ver la tele y regresaron a las sombras. Hasta que el Señor vuelva.

Entonces tendremos luz. Según dice el Apocalipsis, ya no habrá más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz de sol, porque el Señor Dios los iluminará (Ap 22,5).

Hasta que ese día llegue, nos queda la luz de la fe, que es luz nocturna. Por ella ve el alma lo que escapa a los ojos. Ella nos guía al cielo entre las sombras de este mundo. Que os suceda conforme a vuestra fe.

(TA01V)

“Misterios de Navidad

El joven rico que dijo que sí

Me visitó un joven rico. Hasta ese momento, él era el líder de un equipo puntero en tecnología. Tenía prestigio, dinero, aplomo, seguridad en sí mismo, y un futuro muy prometedor por delante. Un buen día, Dios lo acarició, Cristo lo miró y lo amó. Y él se presentó ante el sacerdote: «Lo que es nuevo para mí es que ahora, por primera vez, me siento muy débil. Nunca he sentido eso». Le respondí: «No eres ahora más débil que antes. Simplemente, ahora que te has visto frente a Dios te das cuenta de lo débil que eres; antes, rodeado de personas que te admiraban, te creías fuerte».

Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad (2Co 12, 9). Bendita conciencia de la propia debilidad, que nos lleva buscar la fuerza en Dios como la busca el niño en los brazos de su Padre. Quien, sabiéndose pequeño, sustenta su vida en la oración se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Yo no soy santo, pero tampoco soy idiota. Y si un día no siento la devoción necesaria para rezar, rezo por miedo. Miedo a lo que me pasaría si dejase de orar.

(TA01J)

“Misterios de Navidad

No te prives

Una mala interpretación de las bienaventuranzas ha llevado a muchos a creer que Dios quiere que el hombre sufra, se empobrezca, pase hambre y llore. Nada más lejos de la realidad. ¿Qué padre desea ver sufrir a su hijo? Pues Padre, y muy Padre es Dios, y, como tal quiere ver a sus hijos bien comidos, satisfechos y felices. Si Cristo proclama bienaventurados a los pobres, a los que lloran y los que tienen hambre es porque Él mismo los saciará y consolará. Y no hay mejor alimento ni mejor consuelo que los que vienen de Dios.

Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse.

Esto quiere Dios de ti: que te sacies, que estés satisfecho, que disfrutes de la vida. Y que, para ello, te alimentes con los bienes celestes, con el propio Dios, con el cuerpo y la sangre de su Hijo.

Los sufrimientos, penurias y contrariedades los trae la vida, afectada por el pecado. Dios es quien te consuela y alimenta. Dedícate a disfrutar de Dios. Si puedes comulgar a diario, no te prives.

(TA01X)

“Misterios de Navidad

¡Quién hubiera estado allí!

Es verdad. Quién hubiera estado allí, en ese preciso lugar de la tierra, en ese preciso momento de la Historia en que el Hijo de Dios hecho hombre caminó entre los mortales. Qué afortunados fueron quienes convivieron con él.

¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron.

Con todo, frecuentemente me he preguntado si, de haber estado allí, lo hubiese reconocido. Si me hubiera contado entre quienes se rindieron a sus pies, o entre quienes lo tomaron por blasfemo y farsante. No es fácil responder. Pienso que, si le hubiera mirado a los ojos, me habría entregado a Él. En todo caso, Dios me ha hecho nacer en el mejor momento de la Historia para mí.

Sé que no lo veré con mis ojos hasta que Él vuelva. Pero también sé que los bienes que recibiré en su venida vendrán de la oración. Allí me serán reveladas las verdades y hermosuras que guarda Dios para sus pequeños.

Por eso, el Adviento debe ser tiempo de oración. A través de ella recibirá el alma lo que los ojos aún no pueden alcanzar.

(TA01M)

“Misterios de Navidad

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