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Espiritualidad digital – Página 13 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

El sábado es de la Virgen

En el sábado se dan la mano la soledad y la esperanza. O, mejor, la esperanza toma de la mano a la soledad y la invita a mirar al cielo. Es el día de la Virgen.

Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.

Hoy el esposo ha sido arrebatado, y yace bajo tierra. Pero la madre se quedó, para que la soledad no quedara sin consuelo. En los momentos de mayor oscuridad en mi vida, siempre he encontrado en ella esa gota de dulzura que me ha ayudado a transitar por el valle de la muerte.

No dejes ningún día de rezar el rosario. Es la bendita cadena que te une a la Virgen, la garantía de que tu mano y la suya caminan unidas en la travesía del sábado, ese sábado en que parece que Dios ha muerto y vencen el mal y la muerte.

Recorriendo con ella este mundo de sombras, se llena de esperanza el corazón. Y entiendes que el silencio que todo lo llena no es sino el preludio de una sinfonía de primavera. Y las espesas tinieblas, con sus fantasmas, no son sino anuncio de un amanecer glorioso. Mañana será domingo.

(TOI13S)

La salvación sin ejército

El «Ejército de salvación» era una figura muy recurrente en las películas clásicas americanas, sobre todo en las ambientadas en los años 20 y 30 del pasado siglo. Desfilaban por las calles con sus tambores y trompetas, y se metían en los bares y los antros invitando a los borrachos a dejar la botella y cambiarla por la Biblia. Aún recuerdo la maravillosa «Guys and Dolls». A los borrachos, que estaban borrachos, no les hacía mucha gracia que aquellas señoritas les amargaran la cogorza con sermones. Casi lo comprendo. Eran unas petardas.

¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Me atrevo a dudar que Jesús hubiese formado parte de aquellas tropas victorianas. Jesús se acercó a los pecadores, pero no para condenarlos, sino para comer y beber con ellos. No les anunciaba, con su presencia, que acabarían en el infierno, sino que Dios los amaba, incluso mientras estaban borrachos, robaban en el telonio –como Mateo– o se prostituían.

Porque lo de que iban a ir al infierno ellos ya lo sabían. Llevaban el infierno dentro. Pero el que Dios los amase así, tal como estaban, era la gran noticia que los enamoró y los movió a conversión.

(TOI13V)

¿Dónde te habías metido, alma de cántaro?

apóstol santo tomásPero ¿dónde estaba este hombre?

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.

¿Dónde se había metido Tomasito en el día más grande de la Historia de la Humanidad? Se había ido a su casa, como los de Emaús. Había roto con los hermanos, no tenía esperanza alguna. Y, por apartarse de los hermanos, se privó de aquella aparición en el cenáculo. Imagino a Juan y Andrés buscándolo, ¿habéis visto a Tomás? ¿Ha pasado por aquí? ¿Alguien sabe algo?

Cuando lo encontraron ya era tarde, porque quizá era miércoles o jueves. Y le dijeron: Hemos visto al Señor. Pero su corazón estaba endurecido: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.

Es maravilloso ver cómo, al domingo siguiente, los hermanos habían acogido de nuevo en el cenáculo a Tomás con la alegría del padre del hijo pródigo. Y entonces vino el Señor, y el corazón rebelde se derritió.

Recuérdalo: A Cristo lo encontrarás en el seno de la Iglesia. Si rompes con tus hermanos, lo pierdes a Él.

(0307)

Tu verdadero enemigo

¿Eran dos, o era uno? No lo sabemos, san Mateo ve doble algunas veces. San Marcos y san Lucas hablan de un endemoniado en Gerasa. San Mateo cuenta dos. En los otros evangelios, Jesús pregunta a los demonios por su nombre. En san Mateo, apenas hay diálogo. Jesús sólo pronuncia un monosílabo: Id.

Da igual. Lo que importa es que es la mera presencia de Jesús la que hace huir a los demonios. Igual que ayer su mera presencia, aun dormido, gobernaba los vientos y las olas, hoy basta una palabra suya para liberar a los endemoniados. Y tanto ayer como hoy aprendemos que nada debe temer quien tiene consigo a Cristo.

Explicaba yo a unos niños cómo la vela del bautismo representa la luz del alma en gracia. Y les advertía que esa llama puede apagarse. Un niño levantó la mano y dijo: «Es verdad. Porque viene el demonio y sopla».

Respuesta incorrecta. Ni todos los demonios del infierno soplando juntos pueden robarte la gracia de Dios. Por eso, nada tienes que temer.

El único que puede apagar la vela de tu bautismo eres tú. Con el soplo del pecado. He ahí tu verdadero enemigo. Guárdate de ti mismo.

(TOI13X)

Según el horario previsto

¡Cuántas veces tendrá Jesús que decirnos lo mismo!

¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?

Pero, por más que nos lo diga, no acabamos de aprender. Como les sucedió a los apóstoles durante aquella tormenta, a menudo sentimos que las aguas nos tragan, que hemos perdido el control de la pequeña barca que es nuestra vida, que las olas nos sacuden hasta el vértigo y nos puede la angustia. Entonces clamamos al Señor desesperados y Él, sereno, nos vuelve a decir:

¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?

Una vez más, habíamos olvidado que no nos corresponde llevar el control, que la barquichuela la dirige Él, incluso cuando está dormido. ¿Cómo haces, Jesús, para guiar la barca mientras duermes? Dímelo, para que no vuelva a tener miedo.

«En mi vigilia gobierno desde la tierra. En mi sueño gobierno desde el cielo. Porque, cuando duermo, sueño con mi Padre. Y tú soñarías conmigo si también supieras dormir. Ten calma».

Dice san Pablo que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien (Rom 8, 28). Deberíamos grabarlo en piedra y mirarlo quince veces por minuto: Todo marcha según el horario previsto. El horario previsto por Dios.

(TOI13M)

Sólo para insensatos

Tenemos miedo. Más que el que han tenido las generaciones anteriores a nosotros. Quizá el precio de poseer más riquezas sea el de tener más miedo a perderlas. Muchos, si salen de casa sin el teléfono móvil, se sienten desprotegidos y vuelven sobre sus pasos para recuperarlo. Tenemos mucho miedo.

No sólo nosotros. Cristo topó también con la falsa sensatez que camufla de prudencia los miedos del mundo.

«Maestro, te seguiré adonde vayas». «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». «Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».

Hijo, termina la carrera y después irás al seminario. Hija, sal antes con chicos y, si no encuentras novio, ya irás al convento. Si das tanta limosna pasaremos necesidad…

Todo se vuelve lastre a la hora de seguir a Cristo. Pero el verdadero lastre es esa falsa prudencia, la sensatez del mundo. Para seguir a Jesús es preciso pasar por insensato ante el mundo, haber perdido la cabeza y haberse enamorado loca y apasionadamente.

Sólo cuando los jóvenes estén dispuestos a hacer locuras por Cristo repuntarán las vocaciones.

(TOI13L)

El tú a tú

Las grandes gestas con que Dios cambia la Historia no son como rayos venidos del cielo con estruendo y rugido de truenos. Hay estruendo, desde luego, y si el trueno tiene que rugir, rugirá. Pero el comienzo de todo es siempre un tú a tú, un momento secreto de intimidad amorosa con el hombre. Moisés frente a la zarza. María frente a Gabriel.

Tú eres el Mesías… Tú eres Pedro…  He aquí un auténtico tú a tú de dos hombres que se miran a los ojos como si no hubiera nadie alrededor. En el caso de Pablo, el tú a tú fue más violento. Más que encuentro fue encontronazo. Pero es que con Pablo todo es violento. Pablo es un volcán.

En todo caso, es ahí, en ese tú a tú, donde se forja la santidad del hombre y el futuro de la Iglesia. La grandeza de sus columnas (y Pedro y Pablo lo son) no está en la fortaleza de la piedra ni en el esplendor del capitel, sino debajo de la tierra, en lo escondido, en la Roca sobre la que se asentaron.

Cuida mucho ese «tú a tú» con Jesús. Así podrá Él hacer obras grandes contigo.

(2906)

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