La salvación sin ejército
El «Ejército de salvación» era una figura muy recurrente en las películas clásicas americanas, sobre todo en las ambientadas en los años 20 y 30 del pasado siglo. Desfilaban por las calles con sus tambores y trompetas, y se metían en los bares y los antros invitando a los borrachos a dejar la botella y cambiarla por la Biblia. Aún recuerdo la maravillosa «Guys and Dolls». A los borrachos, que estaban borrachos, no les hacía mucha gracia que aquellas señoritas les amargaran la cogorza con sermones. Casi lo comprendo. Eran unas petardas.
¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Me atrevo a dudar que Jesús hubiese formado parte de aquellas tropas victorianas. Jesús se acercó a los pecadores, pero no para condenarlos, sino para comer y beber con ellos. No les anunciaba, con su presencia, que acabarían en el infierno, sino que Dios los amaba, incluso mientras estaban borrachos, robaban en el telonio –como Mateo– o se prostituían.
Porque lo de que iban a ir al infierno ellos ya lo sabían. Llevaban el infierno dentro. Pero el que Dios los amase así, tal como estaban, era la gran noticia que los enamoró y los movió a conversión.
(TOI13V)