La Cruz y la zarza

Varias veces, en el evangelio de san Juan, Jesús, refiriéndose a su crucifixión, dirá que tiene que ser «levantado». Hoy lo escuchamos:

Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que «Yo soy».

Todo un cúmulo de contradicciones. Ese «Yo soy» es la referencia a la revelación que Yahweh hizo de su nombre a Moisés desde la zarza. Por tanto, es una declaración de la divinidad de Cristo. Pero, cuando Jesús sea levantado en alto, parecerá de todo menos Dios. Parecerá un maldito, la basura del mundo, el desecho de la Humanidad. Recordemos que el Gólgota era un estercolero al que arrojaban a los peores delincuentes y blasfemos. Jesús mismo, ante Nicodemo, se comparará, levantado en alto, con la serpiente levantada por Moisés en el desierto. Pero la serpiente era el animal maldito, elegido por Satanás para tentar a Eva.

Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro (2Co 5, 21). Es sobrecogedor. Pero debe mirarse con fe. Y entonces sabemos que Jesús heredará la maldición que nosotros habíamos merecido y la convertirá en bendición.

Por eso, cuando mires la Cruz, recuerda que no es zarza ni serpiente. Estás ante la gloria de Dios. Póstrate.

(TC05M)