El pecado de Aarón

Subió Moisés al monte y allí, en la cima del Sinaí, entró en el tiempo de Dios. Si se abstuvo de comer y beber durante cuarenta días, fue porque, para él, no fueron más de cuarenta segundos. Entretanto, abajo, Aarón y los hebreos, que seguían contando las lunas, se impacientaban. Moisés tarda en volver. Haznos un dios, un becerro, alguien que ocupe el trono. El trono no estaba vacío, estaba en lo alto del monte. Pero los israelitas sentaron en él a un becerro y apostataron.

Si dijere aquel mal siervo para sus adentros: «Mi señor tarda en llegar», y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará.

Nos parece que la muerte está lejos y nos instalamos aquí, como dueños de una finca que mañana será engullida. Creemos vacío el trono de Dios y nos sentamos en él. Nuestra vida es nuestra, pensamos… Ay de nosotros.

Aunque sólo veas tinieblas, no dejes de mirar a lo alto del Monte. El trono está ocupado. Quizá, antes de sentirte Dios, deberías subir allí. ¿Por qué no rezas más?

(TOI21J)