Dadles vosotros de comer

que nada se desperdicieLa respuesta de Cristo a sus apóstoles, cuando éstos le pedían que despidiese a la multitud hambrienta, iba mucho más allá de lo que los apóstoles comprendieron: Dadles vosotros de comer. Ellos se extrañaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. Con esos cinco panes, Jesús alimentó a cinco mil personas.

No mucho más tarde, un solo pan, el propio Cristo, Pan de vida, quebrado sobre la Cruz se multiplicaría en millones de hostias que alimentarían a un pueblo innumerable. Presta atención al momento en que, en la Misa, el sacerdote parte la sagrada Forma mientras el pueblo aclama al Cordero de Dios. Porque, al morir Cristo en la Cruz, se quebraron todas las hostias de todas las misas de la Historia. Estás allí.

Después comulgas, te sacias, y quedas incorporado al Cuerpo de Cristo. No sólo te has alimentado, te has incorporado. Eres, tú también, Eucaristía.

Dadles vosotros de comer. El alcance de estas palabras del Señor es inmenso. Van dirigidas a ti. Has comulgado, sé Eucaristía, sé alimento. Deja que te coman tus hermanos, que se lleven tu tiempo, tu atención, tus fuerzas… Opón la misma resistencia que la Hostia al ser consumida: ninguna.

(TOI18L)