La Resurrección del Señor

Fiestas de los santos – Página 2 – Espiritualidad digital

La primera lección

Así estaban Pedro y Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores. Hay todo un mundo tras esas palabras: Noches de pesca, mañanas de sueño, negocios con comerciantes, tardes de familia, celebraciones de sábado, visitas a la sinagoga, cansancios, enfermedades, ilusiones… En ese mundo habían nacido, en él vivían, y en él esperaban morir.

Hasta que, un día, Jesús irrumpió: Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. La primera lección, por adelantado y antes de pagar la matrícula. Ellos mismos acababan de ser pescados. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Repentinamente, el horizonte de aquellos hermanos se rasgó, como se rasga el mar cuando a un pez lo sacan del agua. Y se vieron conducidos por un Amor maravilloso a espacios abiertos, inabarcables, como habitantes de la eternidad. Todo cuanto hasta entonces era importante –la pesca, el dinero, la familia– quedó atrás, y ya sólo les importaba Cristo. Nunca se habían sentido tan libres.

Confía en lo que te voy a decir: Sé que tu mundo es confortable y, en buena medida, manejable. Pero sólo conocerás la verdadera libertad cuando te hayas dejado pescar por Cristo. Esa primera lección te cambiará la vida.

(3011)

Cur non ego?

En la novela «Los grandes cementerios bajo la luna» narra George Bernanos el famoso «Sermón de un ateo». En aquel sermón, que el pueblo permitía predicar al ateo en la fiesta de santa Teresa de Lisieux, acusaba el «predicador» a los católicos de hacer con los santos lo mismo que los soldados, en la guerra, hacían con sus capitanes. Cuando, desde la trinchera, el capitán daba la orden de salir al asalto, el capitán saltaba al campo de batalla mientras los soldados se quedaban en la trinchera aplaudiéndole y gritando: «¡Bravissimo, bravissimo!».

«Si isti, cur non ego?» («Si estos pudieron, ¿por qué yo no?»), se dijo san Agustín al leer las vidas de los santos. Se dio cuenta de que eran hombres hechos del mismo barro que él, y de que no fueron sus talentos excepcionales los que los hicieron santos, sino su «sí» rendido a la gracia. Ese «sí» abrió las puertas a Dios para que obrase maravillas en ellos.

Quizá ni tú ni yo poseemos talentos excepcionales. Pero podemos, como ellos, decir «sí» a lo que Dios nos pide. Y ese «sí», reiterado cada mañana, repetido tras cada caída, hará posible que seamos los santos que Dios quiere.

(0111)

En lo alto de un monte

En lo alto de un monte ofreció Abrahán a su hijo en sacrificio. En lo alto de un monte recibió Moisés las Tablas. También en lo alto de un monte obtuvo Moisés la victoria frente a Amalec. En lo alto de un monte ofreció Cristo su sacrificio redentor.

Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles. En lo alto de un monte nombró Jesús apóstoles a los Doce. Allí nos llama también a nosotros, no te extrañe que el camino de la oración y la entrega se te haga «cuesta arriba». Tienes que dejar abajo a las criaturas y ascender, porque la cima de un monte, donde cielo y tierra se juntan, es el lugar del sacrificio y la oración, de la soledad con Dios.

Se paró en una llanura…  y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos. En la llanura eres curado, en lo alto del monte eres herido. Allí, junto a María, al pie de la Cruz, están los predilectos del Señor.

(2810)

La fidelidad de uno

Leemos el Evangelio, lo disfrutamos, damos gracias al Señor por su palabra y la guardamos en el corazón. Pero no consideramos qué habría sido de nuestras vidas si una persona que vivió hace dos mil años no hubiera sido fiel. Hubo un médico que aceptó la llamada de Cristo. Pero si ese médico, san Lucas, no hubiera sido fiel…

No conoceríamos el diálogo entre la Virgen y Gabriel.

No conoceríamos a Zacarías e Isabel.

No conoceríamos parábolas como la del hijo pródigo, el buen samaritano, u otras.

No sabríamos que Jesús sudó sangre en Getsemaní.

No sabríamos que Jesús pidió perdón para sus verdugos desde la Cruz.

No conoceríamos al buen ladrón.

No conoceríamos a los discípulos de Emaús.

No existiría el libro de los Hechos de los Apóstoles.

Y habría muchos más detalles que desconoceríamos, y que omito por razones de espacio.

Puffff… ¿Te das cuenta de la importancia de la fidelidad de una persona? No reparamos en ello, porque todos esos textos son palabra de Dios y se los agradecemos al Espíritu Santo. Pero, si Lucas no hubiera sido dócil, no podríamos.

¿Has pensado alguna vez en lo que depende de que tú seas fiel? Ni lo imaginas.

(1810)

Primeros flechazos y largos caminos

Los comienzos de las historias de amor son siempre hermosos. La escena que hoy nos presenta el Evangelio narra el primer encuentro, el primer flechazo que cautivó de manera inesperada a un publicano y lo llevó a ser apóstol de Cristo.

Vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Lo narra el propio Mateo. Casi le reprocharíamos el ser tan escueto, tan sobrio… No nos cuenta lo que sintió, qué revolución tuvo lugar en su alma en apenas unos segundos. Pero lo cierto es que los evangelistas suelen darse muy poca importancia a sí mismos.

En todo caso, en esta escena aún no tenemos a san Mateo. Tenemos al publicano Leví cautivado, fascinado por la llamada del Señor y entusiasmado. Pero entre la conversión y la santidad media un largo camino. Y ese camino estuvo jalonado por tres años de convivencia íntima con Jesús. Después vino la deserción, cuando Jesús fue arrestado. Después, el encuentro con el Resucitado. Después, la venida del Espíritu. Después, la proclamación del Evangelio. Después, el martirio y, después, el cielo. Así formó Dios a san Mateo.

Tú… ¿por dónde vas?

(2109)

Alguien te presenta a alguien

A muchos de vosotros os ha sucedido: un día os presentaron a alguien, y ese día vuestra vida cambió, porque la persona que os habían presentado se convirtió, con el tiempo, en vuestro compañero o compañera inseparable. No fueron buenos consejos, ni palabras sabias, que nunca vienen mal, los que os transformaron. Fue algo tan sencillo y maravilloso como alguien que os presentó a alguien.

Así le sucedió a Natanael: Felipe le contestó: «Ven y verás». Su hermano le presentó a Cristo, y Natanael cayó rendido ante Él: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel. Su vida ya nunca fue la misma. Y su muerte fue la consumación de aquel encuentro. Murió mártir, despellejado en la India por hacer con otros lo que habían hecho con Él: presentarles a Cristo.

Hay que recordarlo mucho, porque sigue habiendo gente empeñada en evangelizar a base de discursos moralizantes y soporíferos. Yo conocí en la Universidad a uno de esos «pesados». Lo llamábamos «el charlas», y huíamos de él. No hagáis eso. No deis consejos a gente que no os los ha pedido. Sencillamente, hablad de Cristo con naturalidad a vuestros semejantes. Decidles que Él os curó.

(2408)

Plegaria para cobardes enamorados

¿Vosotros os atrevéis a pedirle cruz al Señor? Yo, francamente, no me atrevo. Me da miedo que, si me concede lo que le pido, después no pueda cargar con el peso y tuviera que decirme: «¡Me lo pediste tú!». Puedo admirar esas cartas de santa Teresa en las que dice al Padre Gracián que, puesto que lo quiere tanto, ha pedido al Señor cruz para él… Pero, por si acaso rezáis por mí, preferiría que me quisieran de otra forma. No soy santa Teresa.

Por otro lado, sé que no puedo limitarme a rezar y aplaudir a los santos desde el patio de butacas o el banco de la iglesia. Si quiero ser santo –¡y quiero!– debo entregar la vida. Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo. ¿Qué haré, entonces?

Lo que ya hago. No me siento capaz de pedir al Señor cruz, pero hay una oración que brota de mí por sí sola: «Señor, quiero estar contigo. Donde Tú estés, quiero estar yo». El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor. No miraré si es la Cruz o el Tabor. Te miraré sólo a Ti.

(1008)

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