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Espiritualidad digital – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

Desde el Leño reinó Dios

¿Por qué?

El Hijo de Dios se hace hombre y se acerca a los hombres como Mesías para salvar al pueblo. Lo que desea, por tanto, es que los hombres lo reconozcan como el Ungido de Yahweh, acudan a Él y se salven. Sin embargo, cuando Pedro lo reconoce y dice que Él que es el Mesías de Dios, Jesús les prohi­bió terminantemente decírselo a nadie.

¿Por qué?

Porque los hombres no podían entenderlo. Ni los propios apóstoles lo entendían del todo. Ellos, como los demás judíos, identificaban Mesías con esplendor, triunfo y gloria terrena. Por eso, inmediatamente les señala el camino de la Cruz: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Realmente, no lo llegaron a entender hasta que resucitó. Un rey que reina desde el Leño, desde la afrenta, desde el ultraje… no es fácil de entender. Hasta que miras y miras y te enamoras, y te roba Cristo el corazón desde la Cruz. Entonces, casi sin querer, se te escapa un «¡Rey mío y Dios mío!».

Entonces tú, que has conocido ese reinado, se lo dices a todo el mundo.

(TOI25V)

Buscad su rostro

Me apena el comprobar cómo a muchos cristianos la oración de contemplación les es completamente ajena. No la practican, ni tienen deseo alguno de practicarla. Rezan, sí. Rezan para pedir, para meditar, para dar gracias o para cumplir con un precepto. Pero no parecen tener deseo de ver al Señor. Prefieren ver la tele. Ante la tele sí que contemplan… estupideces.

Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?» Y tenía ganas de verlo.

Va a resultar que el malvado Herodes tenía más deseos de contemplación que muchos cristianos. Hombre, era una contemplación un poco discutible, porque cuando finalmente vio a Jesús se burló de Él y lo ultrajó. Pero lo cierto es que había oído hablar de Cristo y, después de oír, quiso ver.

Ojalá estas pobres líneas os encendieran en deseos de ver al Señor. Ojalá, al leerlas, pensarais: «¿Quién es éste de quien escribe este sacerdote? ¡Yo quiero ver a ese Jesús!» Daría por bien empleados estos más de doce años escribiendo día tras día sobre Cristo.

Buscad el rostro de Cristo. Contemplad los evangelios. Buscadlo en el centro mismo de vuestras almas en gracia. Enamoraos de Él.

(TOI25J)

Poder y prebendas

En este mundo, cuando te dan todo el poder te dan también todas las prebendas. Si eres presidente del gobierno español, veraneas en La Mareta, viajas gratis, llevas escolta y otros van por ti al supermercado. No lo discuto, seguramente debe ser así, es la forma que un país tiene de cuidar a quien –supuestamente– le cuida. Sólo lo digo porque me hace gracia lo distinto que es el reino de Dios.

Jesús, Hijo de Dios, rey de reyes y señor de señores, dio a sus apóstoles más poder del que jamás ha tenido emperador alguno en la tierra: Les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Eso los sitúa por encima de principados, dominaciones y potestades, y por encima de la misma muerte. ¿Qué prebendas conlleva semejante poder?

No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno. Recorreréis el mundo como mendigos mientras regaláis vida eterna. Y no será el mundo quien os cuide. Os cuidará Dios.

O sea, que el mundo cuida a quienes tantas veces todo lo estropean, y a quienes todo lo arreglan los cuida Dios. Vale la pena.

(TOI25X)

El dolor de cabeza de Dios

A muchas personas que rezan día y noche el Señor quisiera decirles: «No me escuchas». Pero no se lo dice, porque no le escuchan. Si le escucharan, tampoco se lo diría, porque ya no haría falta.

Piden por esto, piden por aquello, piden por fulano, por mengano, zutano y perengano, piden por ellos mismos, piden perdón, dan gracias, le cuentan a Dios sus penas, comparten con Él sus alegrías, lo alaban, le cantan, le bailan… pero no le escuchan.

¿Cómo te sentirías tú si alguien te estuviera hablando todo el rato, sin parar, sin tomar aire, sin detenerse a escucharte, sin dejar de emitir, una tras otra, miles de palabras? ¡Menudo dolor de cabeza! A veces creo que Dios es un gran consumidor de paracetamol. Pobre.

Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.

Te va a llegar la muerte sin haber escuchado a Dios. Y cuando esté a las puertas, puede que la enfermedad te obligue por fin a callar y guardar silencio. Entonces escucharás a Dios que te dice: «¿Ya puedo hablar?». Le responderás: «Sí. ¿Qué tienes que decirme?». «Que te quiero. Pero no has querido escucharlo hasta hoy».

(TOI25M)

El apagavelas

Ha sido una afrenta, ha sido un error. Una afrenta orquestada y un error intencionado. Lo peor es que nosotros nos hemos dejado convencer. Nos han metido en el cerebro, a través de las pantallas, la idea de que la religión forma parte de la intimidad de la persona y hablar públicamente de Dios es, cuando menos, una descortesía. Expresiones antes tan comunes como «si Dios quiere» o «gracias a Dios» han sido borradas del lenguaje público. Sabes lo que es un apagavelas, ¿verdad? Esa caperuza sujetada con un palo con la que apagamos las velas en las iglesias. Pues esa pretendida «esfera de la intimidad» con que quieren cubrir la religión es un apagavelas. Quieren apagar la llama del cristianismo alma por alma.

Debemos rebelarnos, sacudirnos esos respetos humanos y hablar abiertamente de Cristo, sin miedo. Sobre todo, en las conversaciones entre amigos, en las mismas en las que se habla sin rubor de fútbol o de política. Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.

La verdadera fe nos quema. No podemos callar. No somos individuos con convicciones íntimas, sino lámparas llamadas a iluminar la tierra.

(TOI25L)

Visión de futuro

Es curioso que Jesús ponga como ejemplo a un corrupto:

Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.

Pero Jesús siempre toma sus ejemplos entre lo que tenemos más a mano. Y corruptos tenemos en el desayuno, la merienda y la cena. Afirma el Señor que muchos corruptos son más listos para el mal que los «buenos» para el bien. Los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz.

Cuando el administrador infiel tiene noticia de su inminente despido, piensa: «Me quedan dos telediarios». Y mejor no los veas, porque sales en portada. Podría aprovechar ese plazo para pegarse un festín con los bienes del amo. Pero sabe que, después, moriría de hambre o se pudriría en la cárcel. ¿Qué hace entonces? Aprovechar ese tiempo y esos bienes para ganar amigos que lo reciban después.

Te quedan dos telediarios. Vas a morir. ¿Qué harás? ¿Pegarte la buena vida durante el poco tiempo que tengas y pudrirte después en el infierno? Mejor dedica ese tiempo a ganar amigos –Cristo, la Virgen, los santos– que te reciban en el cielo cuando mueras. Ten visión de futuro.

(TOC25)

La siembra generosa

«¿Y para qué voy a hablar de Dios a esta persona, si no me hará caso?» Jamás digas eso. San Antonio hablaba de Jesucristo a los peces. Yo he visto convertirse a personas por cuya conversión no hubiera apostado ni un loco. Si un perseguidor de la Iglesia como Pablo de Tarso se convirtió, si un ateo redomado como André Frossard salió católico de una visita a un templo, no hay nadie que no pueda abrir el corazón a Jesucristo.

Salió el sembrador a sembrar su semilla. Y sembró al borde del camino, en terreno pedregoso, entre zarzas y en tierra buena. No se detenía antes de sembrar para mirar qué terreno era.

Haz lo mismo. Que no haya nadie a tu lado que no sepa que amas a Jesucristo. No tienes que imponer tu fe a nadie, ni convertirte en un «pesado con escapulario». Simplemente tienes que hacer amigos, y a los amigos les cuenta uno su vida. Igual que ellos te dicen que son del Atlético de Madrid, les dices tú que eres de Cristo, que eres cristiano. Y, después –ya verás– muchos de ellos te pedirán que les hables más de Él y se acercarán a Dios.

(TOI24S)

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