La advertencia no puede dejar indiferente a nadie, salvo a quien decida no creerla. Pero para ése está reservada la peor parte, la de quienes no estarán preparados:
A la hora que menos penséis viene el Hijo de hombre.
(Una broma seria: La hora que menos pensemos es la presente. Ya nadie piensa. Funcionamos –nos hacen funcionar– a golpe de sentimiento, los cerebros de Occidente han sido desactivados y sustituidos por pantallas. ¡Ay de nosotros!)
Decía que esa advertencia no deja a nadie indiferente. Para unos es la mejor noticia; a otros les produce miedo.
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. Para el buen administrador, la llegada del Amo es una magnífica noticia, porque lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero al administrador disoluto la llegada del Amo le produce pánico, porque lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
¿Y tú? ¿Cómo reaccionarías? Si vieras abrirse el cielo y a Jesús volver sobre las nubes mientras tu casa se cae a pedazos, tu coche se despeña por un barranco y tu smartphone explota en la mesilla de noche, ¿te alegrarías o temblarías?
(TOI29X)