Me encontraba solo en la iglesia, rezando sentado ante el sagrario. Y entró un hombre, el director de un coro que iba a ofrecernos un concierto después de la misa. No advertí su presencia hasta que estuvo a diez centímetros de mí. «Padre, cómo impresiona ver rezar a un sacerdote». Os aseguro que no levito, ni se me ponen los ojos en blanco cuando rezo. A los ojos de un pagano, soy un señor sentado mirando una caja de metal. Pero este hombre me dijo lo que me dijo.
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos de dijo: «Señor, enséñanos a orar». Si un sacerdote sentado provoca el comentario que os he transmitido, qué no sería ver orar al Hijo de Dios. Seguro que tampoco Él levitaba, ni se le ponían los ojos en blanco. Pero…
Pero un cristiano recogido es un agujero blanco. Lo mismo que esos agujeros negros del espacio dicen que succionan la materia hacia la nada, un cristiano recogido succiona a quien tiene cerca hacia lo eterno. Y un sacerdote que celebra la Misa con fervor… eso ya es para nota. Casi se parece a lo de Jesús.
(TOI27X)