Cristo en su Pasión

Miércoles de la 5ª semana de Cuaresma – Espiritualidad digital

Los que mueren en el Señor

Te copio una frase del Apocalipsis: Bienaventurados los muertos, los que mueren en el Señor (Ap 14, 13). Aparentemente, la muerte es lo contrario de la buenaventura, es el fin de toda dicha y la pura malaventura. Pero, según estas palabras, hay varias formas de morir.

Quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre. La muerte para siempre es la soledad y desamor eternos de los condenados, quienes eligieron vivir de espaldas a Dios y así entraron en la eternidad. Es un estar muriendo sin poder morir. Dolor eterno.

Pero Cristo ha venido a conquistar la muerte. Ha venido a tenderse en ella, a abrir sus brazos y convertirla en Cruz, en puerta del cielo. Sobre todo, ha venido a convertir la muerte en Amor, en entrega generosa de la vida que encuentra su culmen en la luz eterna.

He conocido a cristianos que, instantes antes de morir, fijaron la vista en lo alto. Ahí viene, está ahí. ¿Quién está? La Virgen, viene la Virgen. Otro dijo: Viene el Papa. Murió el mismo día que Juan Pablo II.

No. El cristiano no muere para siempre. Cruza la muerte de la mano de Dios y entra en el cielo.

(TC05J)

Los tres presos y el loco

Si hubieras nacido en una celda, hubieras crecido allí, y no tuvieras otro entretenimiento que una baraja de cartas para jugar con las dos personas que comparten contigo la prisión, esa celda sería, para ti, el cosmos. Y cantar las siete y media tu mayor dicha. Quizá también comer las mejores latas de entre la comida que os dejaron en el armario.

Supón que apareciese misteriosamente en la celda un cuarto ocupante y comenzase a hablaros del mundo exterior: árboles, animales, la luz del día, los mares… Quizá lo tomaríais por loco y le pediríais que os dejara jugar las cartas tranquilos. Tenéis vuestra vida arreglada, ordenada y controlada. Que no os compliquen con sueños. «Ven conmigo», os dice el «loco». Déjanos en paz, queremos jugar. Te mataremos, si es necesario, para seguir nuestra vida. Lo matan.

Pero tú lo sigues, te ha cautivado. Y él abre un boquete en la celda. De repente, la luz del sol te deslumbra. Cuando se acomodan las pupilas, ves un bosque, árboles, animales, caminos…. ¡El horizonte! Eres libre.

Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Eso es lo que quiere decir.

(TC05X)

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