Quisiera ser Betania
A mí no me gusta sufrir. Y espero que a ti tampoco, porque, si te gusta sufrir, igual tienes que visitar a algún especialista. A mí me gusta celebrar Misa, me gusta rezar, me gusta cenar tranquilo viendo una serie de televisión, me gusta el buen cine, me gusta leer… Todo eso me descansa. Pero sufrir me quita la vida, cómo va a gustarme. Si hay que sufrir, me abrazo al Crucifijo y ahí me las den todas, que hay mucho Amor en esa Cruz. Pero gustarme, lo que se dice gustarme…
A Jesús, que era perfecto hombre, tampoco le gustaba sufrir. Le gustaba, por ejemplo, ir a Betania, a casa de Marta, María y Lázaro. Allí hablaba del Padre entre amigos, allí comía bien, allí recibía cariño, allí descansaba. No huyó ante el sufrimiento, lo abrazó en la Cruz y, gracias a eso, podemos nosotros sufrir con Él. Pero gustarle, lo que se dice gustarle… le produjo pavor y angustia.
Yo quiero –y tú también– que a Jesús le guste estar conmigo. Quiero ser Betania para Él, ya que tantas veces fui Calvario. Quiero que descanse cada vez que comulgo. Quiero ser Marta, María y Lázaro a la vez.
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