Pan del cielo que lleva al cielo

Comienza hoy el discurso del pan de vida, que nos acompañará durante varias jornadas. Hay que saborearlo como se saborea la comunión, hay que gustar la dulzura de esas palabras y dejar que embriaguen el alma hasta llenarla con el gozo de un Dios que quiere morar en nosotros.

Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna. Desde el principio deja claro Jesús que va a hablar de vida eterna, de un alimento que no saciará los vientres, sino las almas.

Fue, quizás, el discurso más controvertido del Señor, y cuando terminó de pronunciarlo se quedó, prácticamente, sin discípulos. Lo tomaron por loco. Pero no entendieron ese comienzo, no se percataron de que Cristo hablaba de un alimento celeste.

La Eucaristía viene del cielo, es pan del cielo que nos lleva al cielo. Pasa por la tierra y por el cuerpo como un don, gracias a las sagradas especies y su apariencia de pan y vino. Pero, si se devora con fe y amor, tiene lugar esa comunión que nos eleva sobre el tiempo y el espacio. Ese abrazo amoroso entre Cristo y el alma en la eternidad es el cielo.

(TP03L)