Las gracias… a Dios

Unos novios me pedían, en cierta ocasión, una boda «de película». Querían que dijese cosas como «os declaro marido y mujer» y «puede besar a la novia». Cuando les respondí que me ceñiría al ritual, protestaron: «¡Encima que venimos a casarnos por la Iglesia, usted nos lo pone difícil!». Estaban convencidos de que yo tenía que agradecerles que recibieran el sacramento. Y la alfombra se la pongo, pero las gracias… a Dios. Claro, así luego dejan esos donativos tan birriosos. Un día nos pedirán que les paguemos la cena.

Pero no es un caso aislado, aunque sea estrambótico. Hay quien piensa que, cuando viene a Misa, el Señor le dice: «Gracias por venir», como si le estuviera haciendo un favor a Dios. ¡Qué pena!

Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Ese «por mí» no significa «para hacerme un favor a mí». Significa «por mi Amor», por conocerme y amarme, que es por lo que los santos han entregado la vida.

Está muy bien expresado en la oración Colecta de esta fiesta de san Benito: «Prefiriendo tu amor a todas las cosas».

(1107)