La importancia de un buen envoltorio

Si a un ser querido le regalas un diamante, pero se lo entregas envuelto en un papel que has sacado del cubo de la basura, quizá le produzca tanta repugnancia el envoltorio que lo coja con guantes y lo devuelva a la basura, sin llegar a saber que había un diamante dentro. Dirás que él se lo pierde, que es culpa suya por fiarse de las apariencias… pero también tú podrías haber sido un poco más fino. Un buen regalo requiere una presentación digna.

Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. La mejor caridad, el mejor regalo, es la verdad. Y si esa verdad ayuda al hermano a corregir un defecto y a vivir más cerca de Dios, el regalo es doblemente valioso. Por eso, la verdad merece ir envuelta en caridad, que es el mejor envoltorio. No en vano hablamos de «corrección fraterna». A un hermano no se le arroja la verdad a la cara ni se le escupe la corrección envuelta en bilis, que un diamante arrojado con fuerza puede abrirte la cabeza.

No te conformes con entregar lo mejor. Entrégalo, también, de la mejor forma. Di la verdad con delicadeza y cariño.

(TOI19X)