La diferencia entre un santo y un tonto

Hay quien teme aspirar seriamente a la santidad, porque piensa que el mundo lo tomará por tonto y se aprovechará de él. La segunda parte es verdad: el santo está en el mundo como cordero en medio de lobos. Pero, en cuanto a la primera parte, distinguir entre un santo y un tonto no es difícil. Sólo los verdaderos tontos no saben distinguir. A Jesús lo mataron, pero nadie lo tomó por necio.

Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. «Pequeños» no significa inmaduros. El santo, de cara a los demás, es maduro y responsable, es adulto. Sin embargo, en lo profundo del alma, es un niño de Dios, a quien, muchas veces, le basta decir «Abbá» para rezar; otras, ni siquiera dice nada, sólo abraza a Dios y se recuesta en Él. Se deja querer, se deja orientar, se deja instruir, se deja regañar… es dócil, es niño, es sabio con la sabiduría de Dios.

El tonto, en cambio, es inmaduro por fuera, como un crío. Pero después, por dentro, se encara con Dios y le dice lo que tiene que hacer, porque no quiere renunciar a sus caprichos.

(TOI15X)