El que nos santifica en la Verdad
Consuela saber que, en nuestro decenario al Espíritu Santo, no estamos solos. El propio Cristo encabeza nuestra plegaria y pide el Espíritu para los suyos. Nosotros tan sólo nos unimos a su oración.
Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste… Ahora voy a ti. Ya no estará con ellos, ni con nosotros, como estaba antes. Ascenderá al cielo y su rostro quedará velado, el timbre de su voz ya no se escuchará, sus manos ya no tocarán a los enfermos. Por eso se preocupa por los suyos. ¿Qué será de ellos?
Que sean uno, como nosotros… Que tengan en sí mismos mi alegría cumplida… Que los guardes del maligno… Que también ellos sean santificados en la verdad.
Así pide Jesús el Espíritu para nosotros. Porque el Paráclito es quien nos hace uno en Cristo. Él trae la alegría de Jesús al alma del cristiano. Él sella nuestras almas y las guarda del Maligno. Él nos santifica en la Verdad, en Cristo.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Por el baño del Espíritu nacemos como hijos de Dios y ciudadanos del cielo. Vivimos en la tierra, pero somos de Dios.
(TP07X)