Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

19 julio, 2025 – Espiritualidad digital

Mi casa es tu castillo

Marta y María son dos personas extraordinarias, de ésas que uno agradece haber conocido. Marta es una gorda maravillosa con bozo y mandil, y María es una mística.

No voy a entrar hoy en que si Marta o María, si la acción o la oración. Ya me aburren esas disquisiciones que separan lo que debe ir siempre unido. Yo quiero fijarme en el revuelo. El revuelo que se arma cada vez que Jesús entra en su casa.

Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios. La una escuchando, la otra friendo las gambas con gabardina, pero las dos pendientes del Señor.

Dicen los ingleses «My home is my castle», lo cual es una forma de expresar que en mi casa mando yo. Y cuando entra Jesús lo meto en la capilla y ya pasaré a rezarle un padrenuestro. Pero, en casa de estas hermanitas, cuando Jesús entraba era el Señor, el Amo de la casa. Y todo se ponía patas arriba para que Él estuviera bien.

Ojalá dejes entrar así a Cristo en tu vida. Ojalá tu casa sea su castillo.

(TOC16)

Víctima de ti mismo

Nunca estás contento. Buscas cariño en las criaturas y, cuando te lo dan, todo son quejas. No te quieren como te gustaría que te quisieran, no te tratan como te gustaría que te trataran, no te atienden como te gustaría que te atendieran…

Si lo deseas, puedes seguir haciéndote la víctima, aunque con ello sólo te hagas más daño a ti mismo. Pero lo cierto es que no tienes nada de víctima. Más aún –y te lo digo con cariño– te has convertido en un pequeño tirano. Exiges a los hombres lo que sólo Dios puede darte.

¿Quién te crees que son? Son unos pobres pecadores, como tú. Te dan lo que tienen: un amor imperfecto, enfermo y herido. Como el tuyo.

Mira lo que recibió Cristo de los hombres: Los fariseos no aceptaron su divinidad y planearon el modo de acabar con Jesús. En cuanto a los enfermos, muchos lo siguieron y él los curó a todos. Pero lo seguían por interés, porque estaban enfermos y buscaban en sus manos la salud. Por último, los apóstoles lo amaron, pero su amor imperfecto no les permitió acompañarlo en la Cruz. Lo dejaron sólo.

¿Vas a ser tú más que Él?

(TOI15S)

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