La Resurrección del Señor

4 noviembre, 2023 – Espiritualidad digital

El dedo y la luna

¡Cómo no temblar ante las palabras del Señor!: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.

¿Acaso yo, que dedico mi tiempo a hablar de Dios, hago lo que digo? ¿Lo haces tú? Y, si mi vida no está a la altura de mis palabras, ¿qué haré? ¿Callarme y dejar de hablar de Dios? ¿Esperar a convertirme para abrir los labios? ¿Cambiar el discurso para que se ajuste a la mediocridad de mi vida?

Dicen que, mientras el dedo señala la luna, el necio se queda mirando al dedo. No callaré. Mi vida, enturbiada por mis pecados, es dedo que señala a Cristo. Si alguien se queda mirando al dedo, peor para él. Jamás quisiera ponerme como ejemplo de virtud, no lo soy.

Pero, a pesar de mis miserias, deseo la santidad con todas mis fuerzas, Dios lo sabe. Por eso, a quien se quede mirando a este dedo sucio, le diré: «Deja de mirarme, y ven a luchar conmigo por alcanzar a Aquél de quien te hablo». Así me ayudarás, y te ayudaré.

(TOA31)

Sobre la rectitud de intención

Me dice un feligrés: «Padre, me preocupa mi intención. Rezo y vengo a misa, pero no sé si lo hago por amor a Dios o por lo bien que me siento cuando estoy rezando». Le he respondido que no se preocupe demasiado. No se sentiría tan bien si no amara a Dios. Además, muchas veces Dios se sirve de nuestros deseos de satisfacción para movernos a hacer su voluntad.

Cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba». Entonces quedarás muy bien. El motivo que Jesús les propone para obrar con humildad no es, precisamente, muy sobrenatural. Se sirve de los deseos que aquellos hombres tenían de quedar bien para invitarles a ser humildes. Ya irán purificando la intención más adelante.

Es cierto: incluso para esta vida compensa obrar santamente. Se vive mejor rezando que sin rezar. Cae mejor el humilde que el soberbio. Consigue más el manso con cariño que el colérico con ira.

Aunque esa ventaja «temporal» tiene fecha de caducidad. El camino siempre termina en la Cruz. Por eso debemos ir purificando la intención, hasta que nuestros deseos estén en el cielo.

(TOI30S)

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