La Resurrección del Señor

Lunes de la 3ª semana de Cuaresma – Espiritualidad digital

Los bancos de mi parroquia

Los bancos de mi parroquia llevan decenas de años asistiendo a misa varias veces al día, y no hay forma. Aún no son santos. Es cierto que no pecan mucho, tampoco dan para tanto, pero no hay modo de que entreguen la vida. Ni siquiera obedecen. Alguna vez les he dicho: «Moveos, que tenemos que barrer». Y nada.

Algunas personas son como los bancos de mi parroquia, aunque pecan un poco más. Pero creen que van a santificarse por sumar horas en lugar sagrado, por proclamar las lecturas, o por apuntarse a todos los grupos y todas las actividades. Y, claro, no funciona así.

Muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio. A los nazarenos les molestaron estas palabras de Jesús. Creían que se salvarían por ser estirpe de Abrahán y pisar la sinagoga. Pero muchos judíos del tiempo de Naamán se bañaron en el Jordán, y tan sólo se mojaron. Naamán se bañó, y quedó limpio. ¿Por qué? Porque, aunque a regañadientes, lo hizo en obediencia.

No nos salva el hecho de pasar el día en «terreno sagrado». Nos salva el hacer la voluntad de Dios.

(TC03L)

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