El pasaje termina en el versículo 69, con la confesión de Simón: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. El versículo 70, que no se lee hoy, prosigue: Jesús le contestó: «¿Acaso no os he escogido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo».
Judas está secretamente presente en este evangelio: Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen. Él se había escandalizado de las palabras de Jesús, al igual que todos aquellos que se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Pero, a diferencia de ellos, Judas se quedó junto al Señor. Se quedó con el alma envenenada, e introdujo a Satanás en el colegio apostólico. La historia sabéis bien cómo acabó.
«Yo voy a misa, pero comulgo sin confesar porque ya me confieso directamente con Dios». «Aunque la Iglesia diga que esto es pecado, para mí no lo es». ¿Imagináis que alguien quisiera jugar un partido de fútbol y pensara: «Yo juego, pero cojo el balón con la mano, porque para mí eso no es falta»?
O dentro, o fuera. Pero permanecer dentro con el espíritu de rebeldía es ocupar el puesto de Judas.
(TOB21)