Quién mueve la Iglesia
El siglo XIV es un siglo terrible en la Historia de la Iglesia. Los papas vivían lejos de Roma, en Avignon, refugiados allí por temor a sus enemigos. Y su vida no era, precisamente, ejemplar.
Un historiador dirá que la vuelta de los papas a Roma se debe a la visita que santa Catalina hizo a Gregorio XI y a las numerosas cartas que santa Brígida envió a Avignon.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. De nada hubieran servido mil cartas y la visita de todos los embajadores si no hubiera habido detrás un misterio de santidad. Porque no fueron las cartas ni la visita, fue la santidad de Brígida y de Catalina la que, sirviéndose de ambas cosas, devolvió a Roma su curia.
La Iglesia no la mueven los papas. La Iglesia la mueven los santos. Ellos, con su vida, insuflan sangre nueva y limpia en el cuerpo de Cristo. Ellos cambian el mundo.
A ver si te animas. No tienes ni idea de lo que puede hacer Dios contigo si te decides, de verdad, a ser santo.
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