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Espiritualidad digital – Página 3 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

Mimos

ángelesVoy a imaginar que todo fuese al revés. Se me acerca Dios y me dice: «Quiero que dediques tu vida a cuidar de este ángel». Y yo pensaría: «A ese ángel lo quiere más que a mí».

Espero que mi ángel no me esté leyendo. Yo no sé si Dios me quiere más que a él, pero sé que su presencia a mi lado es una muestra conmovedora del Amor con que Dios me ama. Él mismo, mi ángel, también me quiere mucho, me lo ha demostrado en infinidad de ocasiones. Otras veces bromea conmigo y casi me enfado, pero luego me doy cuenta de que sus bromas me hacen bien, y de lo mucho que se ríe conmigo. No puedo enfadarme con él.

En definitiva, mi ángel es todo un mimo de Dios. Me siento muy querido, muy mimado y protegido. ¿De qué me quejo?

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial. De eso me quejo. De que aún no ha respondido a mi gran pregunta: ¿Cómo es el rostro de Dios? Quizá ni él mismo sepa expresar tanta belleza.

(0210)

Los peros

Malditos peros. Son la forma de decir no diciendo sí. Te llama el Señor, y no quieres decirle que no, porque es Dios y a Dios no se le debe decir no. Eso está feo, es lo que hizo el Maligno. Aunque decirle sí te compromete mucho, porque el Señor no te está pidiendo que vayas a comprarle un paquete de chicles, sino que le entregues la vida entera. ¿Qué harás, entonces? Negociar. Un «sí, pero…».

Sí, pero déjame primero ir a enterrar a mi padre. Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa.

Malditos peros. Nos atan, nos quitan la libertad y nos impiden seguir a Cristo. Lo peor de todo es que, muchas veces, son peros pequeños y estúpidos. Estoy rezando ante el sagrario, pero déjame responder este whatsapp. Voy a misa todos los días, pero no pasa nada porque hoy no vaya, tengo mucho que hacer. Perdono a mi cónyuge, pero no le hablo hasta mañana… Bueno, buscad cada uno vuestros peros favoritos.

Si no cortamos definitivamente con esos peros, nunca seremos discípulos de Cristo. Él no ha dicho: «Te salvo, pero…». Su sí ha sido radical. No le devolvamos un «sí, pero».

(TOI26X)

Enfados buenos, enfados malos

He descubierto que, con la edad, cada vez me enfado menos. Por un lado, me alegra, igual me está entrando la mansedumbre por las arrugas. Por otro, me preocupa, porque igual estoy perdiendo energía. Aunque cuando veo a personas que, cuanto más viejas, se hacen más cascarrabias se vuelven, creo que prefiero lo mío.

Repaso mis enfados pasados, y con la distancia veo que, en el ochenta por ciento de los casos, no era para tanto. Hay un veinte por ciento de enfados de los que me alegro. Y leo hoy el enfado de Santiago y Juan y me troncho:

Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos? Jajaja, yo nunca llegué a tanto. Creo. Jesús se volvió y los regañó. Mira, ahí tienes un enfado bueno.

Jesús se enfadó muy pocas veces. Pero fueron enfados justificados. Pudo enfadarse otras muchas y, en lugar de eso, reaccionó con mansedumbre. Es decir, que se enfadó un veinte por ciento de las veces en que pudo enfadarse. La cuota de enfados lícitos.

Por eso yo le agradezco al Señor que me enfade menos, pero le pido que, cuando tenga que enfadarme, ruja como el león. Como Él.

(TOI26M)

Incanonizables

La fiesta de los tres arcángeles tiene mucho de especial. A diferencia de otras conmemoraciones, hoy no celebramos a santos canonizados tras una vida de virtudes heroicas. Los arcángeles tampoco son gasecillos que ocupan lo mismo que un cuerpo, ni cuerpos semitransparentes con alas que husmean por el aire.

Miguel, Gabriel y Rafael son espíritus puros y limpios que no ocupan espacio, no están aquí ni allí salvo por sus operaciones, y prueban que Dios quiere salvar al hombre.

Miguel es la muestra arcangélica de que Dios quiere librarnos del poder del Malo. Por eso lo invocamos para que aleje a los demonios y derrote el poder del Enemigo.

Gabriel nos muestra que Dios, como a la Virgen, también a nosotros nos quiere hacer llegar su palabra. Por eso recurrimos a su ayuda para conocer y comprender el plan del Señor.

Rafael, que guio al joven Tobías en su camino, nos muestra que Dios quiere que lleguemos a Él por los caminos del bien. Por eso lo invocamos, no sólo antes de emprender un viaje, sino también en esas encrucijadas de la vida en las que nos sentimos desorientados.

No son santos canonizados. Son quienes los ayudaron a ser santos.

(2909)

La verdadera historia de Lázaro y Epulón

Te voy a explicar la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón:

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Desde el bautismo fue revestido con la púrpura de la sangre de Cristo, y cada día participaba en el banquete de la Eucaristía. Era realmente rico, porque tenía fe, que es la mayor de las riquezas.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Vivía en la casa de al lado. Más que vivir, moría, porque vivía sin Dios. Estaba echado, echado por tierra, porque toda su vida era tierra, no había cielo para él. Le cubrían el alma, como llagas, sus pecados. Nada le saciaba, siempre estaba hambriento. Nadie le dijo que su hambre era hambre de Dios.

Epulón seguía a lo suyo, a sus misas y devociones. ¿No hablarás de Cristo a ese pobre hombre que vive a tu lado? No, no, que se reirá de mí, mejor no meterme en líos. Además, no me hará caso. Rezaré por él.

Qué paradoja: se salvó Lázaro y se condenó Epulón. Cuidado.

(TOC26)

El sentido

No culpéis a los apóstoles. Al menos yo no los culpo. Creo que me habría sucedido lo mismo que a ellos. Cuando Jesús, por enésima vez, les anunció su Pasión, ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

¡Cómo no les iba a dar miedo, si el propio Cristo tiritó, presa del pavor y la angustia, en Getsemaní!

A todos nos da miedo. Pero peor es darse la vuelta y tratar de encontrar la vida en el egoísmo para perderla del todo. El pecado da más miedo que la muerte. Así que, entre dos miedos, prefiero tiritar con Jesús que condenarme solo.

Lo único que podemos hacer es lo que hizo la Virgen, lo que hicieron Juan y María Magdalena, lo que hacen los niños que tienen miedo (¿o acaso pensáis que ellos no lo tenían?): Cogernos a la mano fuerte y dulce del Señor y atravesar, abrazados a Él, esas tinieblas entre las que entregamos la vida.

Quizá así, a diferencia de aquellos apóstoles, que no captaban el sentido, lleguemos a captarlo. Cristo crucificado es la respuesta a todas las preguntas, Él es el sentido.

(TOI25S)

Desde el Leño reinó Dios

¿Por qué?

El Hijo de Dios se hace hombre y se acerca a los hombres como Mesías para salvar al pueblo. Lo que desea, por tanto, es que los hombres lo reconozcan como el Ungido de Yahweh, acudan a Él y se salven. Sin embargo, cuando Pedro lo reconoce y dice que Él que es el Mesías de Dios, Jesús les prohi­bió terminantemente decírselo a nadie.

¿Por qué?

Porque los hombres no podían entenderlo. Ni los propios apóstoles lo entendían del todo. Ellos, como los demás judíos, identificaban Mesías con esplendor, triunfo y gloria terrena. Por eso, inmediatamente les señala el camino de la Cruz: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Realmente, no lo llegaron a entender hasta que resucitó. Un rey que reina desde el Leño, desde la afrenta, desde el ultraje… no es fácil de entender. Hasta que miras y miras y te enamoras, y te roba Cristo el corazón desde la Cruz. Entonces, casi sin querer, se te escapa un «¡Rey mío y Dios mío!».

Entonces tú, que has conocido ese reinado, se lo dices a todo el mundo.

(TOI25V)

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