Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

Espiritualidad digital – Página 20 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

El testamento

Las primeras palabras del evangelio de hoy marcan el escenario:

Cuando salió Judas del cenáculo

Jesús no hubiera abierto su alma ante Judas. Sólo cuando el Iscariote se fue quedó el Señor a solas con sus amigos. Con pecadores que lo amaban.

Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Es el momento de la confidencia, de la última voluntad, del testamento.

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. Toda la ley de Moisés encuentra plenitud en este único precepto.

Si aquella ley antigua prescribía amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, la ley nueva dice: Yo os he amado. Recibe mi Amor, abre el corazón y déjate querer por tu Dios.  En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó (1Jn 4, 10).

Si aquella ley antigua prescribía amar al prójimo como a uno mismo, la ley nueva dice: como yo os he amado, amaos también unos a otros. Es decir, ama a tu hermano más que a tu propia vida, entrega tu vida por él.

(TPC05)

No les aplaudáis; felicitadlos

A pesar de su reproche, no creo que a Jesús le molestase mucho la pregunta de Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Pero hoy me quedo con el reproche: Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? «Si crees que vengo por mi cuenta, que hablo por mi cuenta, que hago todo esto por mi cuenta, entonces no me conoces». El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras.

Lo mismo podría decirse del santo. Leed las vidas de los santos y veréis que a todos, sin excepción, les han repugnado los aplausos y alabanzas. Diréis que es por humildad, y lo acepto en cuanto humildad es estar en verdad.

Los aplausos y alabanzas son para los futbolistas, los cantantes, los actores y –¡qué pena!– los políticos. Pero al santo no se le aplaude porque nada ha hecho por sí mismo, y él lo sabe. Al santo se le felicita como felicitó Isabel a la Virgen, porque Dios lo ha escogido para hacer obras grandes a través de él. Él sólo abrió la puerta para que Cristo entrara. Pero no se aplaude al portero, se aplaude a Cristo y se felicita al portero.

(TP04S)

Volverás

Ayer la tristeza era de Jesús, cuando anunciaba la traición de quien compartía su pan. Hoy la tristeza es nuestra, mía. Por dos palabras que se clavan en el corazón como un dardo: «Me voy». Me voy a prepararos un lugar. ¿Y no podrías prepararlo sin marcharte, pedir a los ángeles que pongan la mesa y hagan la cama mientras Tú te quedas aquí? No. No podrías. Ni tampoco quieres. Tanto nos amas, que ni a los ángeles dejas hacer esa tarea. Quieres prepararnos la mesa, hacernos la cama y encender el Fuego en persona. Hasta querrás servirnos la comida.

Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Es mi única esperanza en el valle de tinieblas. Saber que volverás.

Volverás una noche sobre las nubes, y me tomarás de la mano para llevarme a Casa.

Volverás ese día en que yo muera, y me dirás: «Ven conmigo, terminó el camino, ya no me escaparé más, estaremos juntos siempre».

Volverás cuando tu Espíritu, en Pentecostés, se adentre en lo profundo de mi alma. Y su toque delicado me levantará dulcemente sobre la tierra y me llevará al cielo.

(TP04V)

Una veta de tristeza

En medio de las alegrías pascuales se abre una veta de tristeza. El que compartía mi pan me ha traicionado. Jesús habla de Judas, ya lo sabéis. Pero sus palabras se aplican también a todo aquél que viene a la iglesia, comulga el Pan del cielo, y después se busca sólo a sí mismo: murmura, critica, juzga, desobedece… Ese tal está instrumentalizando la comunión. No hay amor, tan sólo deseo de sentirse bueno o pasar por tal.

No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido. Hay alguien en la mesa para quien Jesús no habla, porque no está escuchando. Como cuando dijo a los fariseos que no eran de sus ovejas. Qué terrible misterio, el del pecado. Alguien está en misa, pero no escucha, no acoge las palabras del Señor. Su corazón está cerrado. No está dispuesto a cambiar ni a dejarse herir. ¿Qué hace allí, entonces? Se busca a sí mismo, no a Cristo.

Cambiemos estas frases, curemos esa tristeza que brota en Pascua. Somos pecadores, pero queremos agradar al Señor. Hagámosle decir: «El que comparte mi pan quiere serme fiel, está lleno de debilidades pero quiere ser fiel. Yo le ayudaré a serlo».

(TP04J)

De burras, gatos y hombres

En el capítulo 22 del libro de los Números, Dios hace hablar a una burra para advertir a Balaam, su dueño, de que se está equivocando (y para quejarse por los palos que le daba, jajaja). Es todo un revulsivo para que los clérigos no nos envanezcamos de nuestra predicación. Si Dios quisiera, haría pronunciar a una burra o a un gato homilías mil veces mejores que las nuestras. Y las nuestras serían mil veces mejores si fuésemos tan dóciles a Dios como una burra o un gato.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido. Porque, al fin y al cabo, es Cristo quien elige. A los burros, a los gatos y a los hombres. Pero, en los hombres, que tenemos más inteligencia que los animales, la docilidad requiere un acto de voluntad por nuestra parte.

San Matías fue elegido por Dios a través de unos dados, tan dóciles a Dios como las burras y los gatos. Pero si el apóstol decide no dar testimonio, ni el mismo Dios puede hacerle hablar.

A ti te ha elegido Dios también. ¿Estás poniendo de tu parte? Porque no eres burra ni gato, eres hombre libre.

(1405)

Hijos de Dios y ovejas de Cristo

Se dice, en ocasiones, con demasiada ligereza que todos somos hijos de Dios. No es verdad, al menos no en el sentido fuerte de la expresión. La Creación entera puede ser llamada hija de Dios, por cuanto salió de sus manos. Igual podemos decir que don Quijote es hijo de Cervantes. Pero Cervantes lo escribió, no lo parió. En cuanto a los hijos de Dios, Dios sólo tiene un Hijo, su Unigénito. Y sólo puede un mortal llamarse hijo de Dios en sentido fuerte si es uno con ese Hijo. Es decir, si vive en gracia y de la gracia. Si es otro Cristo, el mismo Cristo.

Vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Por el mismo motivo, tampoco todos los hombres son ovejas del Buen Pastor. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna. Es oveja de Cristo quien escucha su palabra. Quien, en la oración, se deja conocer y sondear por Él. Quien lo sigue, y procura pisar sobre las huellas de ese Pastor. Quien, en los sacramentos, recibe vida eterna.

En definitiva, es oveja de Cristo quien se pone rendidamente en sus manos.

(TP04M)

El que nos saca fuera

Desde que fui trasladado de parroquia, gran parte de mi tiempo se lo lleva el tanatorio. Está frente a la iglesia, y traen aquí a difuntos de todo Madrid, qué le vamos a hacer. Hay días en que tengo hasta tres entierros. Eso me ha hecho vivir de otra manera; hablo mucho de la muerte, la tengo siempre delante. No es malo, es bueno. Me llega mucha luz.

Él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Creo que la vida es esto: estamos dentro, Jesús entra dentro, nos llama y nos saca fuera. Hay que ver de nuevo el episodio de Barrio Sésamo, distinguir entre dentro y fuera.

Estamos dentro, atrapados en la muerte. Nos engañamos pensando que, hasta que llegue, somos libres, pero ella está con nosotros desde que nacemos, es nuestro carcelero. Entonces llega Jesús, entra en la muerte y nos llama por nuestro nombre. Nos encamina junto a Él a la puerta de la Cruz, la cruza, la deja abierta y nos saca fuera, a la Luz, a la Vida. No morimos, nacemos.

(TP04L)

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad