Volverás
Ayer la tristeza era de Jesús, cuando anunciaba la traición de quien compartía su pan. Hoy la tristeza es nuestra, mía. Por dos palabras que se clavan en el corazón como un dardo: «Me voy». Me voy a prepararos un lugar. ¿Y no podrías prepararlo sin marcharte, pedir a los ángeles que pongan la mesa y hagan la cama mientras Tú te quedas aquí? No. No podrías. Ni tampoco quieres. Tanto nos amas, que ni a los ángeles dejas hacer esa tarea. Quieres prepararnos la mesa, hacernos la cama y encender el Fuego en persona. Hasta querrás servirnos la comida.
Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Es mi única esperanza en el valle de tinieblas. Saber que volverás.
Volverás una noche sobre las nubes, y me tomarás de la mano para llevarme a Casa.
Volverás ese día en que yo muera, y me dirás: «Ven conmigo, terminó el camino, ya no me escaparé más, estaremos juntos siempre».
Volverás cuando tu Espíritu, en Pentecostés, se adentre en lo profundo de mi alma. Y su toque delicado me levantará dulcemente sobre la tierra y me llevará al cielo.
(TP04V)