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Espiritualidad digital – Página 20 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

¿Dónde te habías metido, alma de cántaro?

apóstol santo tomásPero ¿dónde estaba este hombre?

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.

¿Dónde se había metido Tomasito en el día más grande de la Historia de la Humanidad? Se había ido a su casa, como los de Emaús. Había roto con los hermanos, no tenía esperanza alguna. Y, por apartarse de los hermanos, se privó de aquella aparición en el cenáculo. Imagino a Juan y Andrés buscándolo, ¿habéis visto a Tomás? ¿Ha pasado por aquí? ¿Alguien sabe algo?

Cuando lo encontraron ya era tarde, porque quizá era miércoles o jueves. Y le dijeron: Hemos visto al Señor. Pero su corazón estaba endurecido: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.

Es maravilloso ver cómo, al domingo siguiente, los hermanos habían acogido de nuevo en el cenáculo a Tomás con la alegría del padre del hijo pródigo. Y entonces vino el Señor, y el corazón rebelde se derritió.

Recuérdalo: A Cristo lo encontrarás en el seno de la Iglesia. Si rompes con tus hermanos, lo pierdes a Él.

(0307)

Tu verdadero enemigo

¿Eran dos, o era uno? No lo sabemos, san Mateo ve doble algunas veces. San Marcos y san Lucas hablan de un endemoniado en Gerasa. San Mateo cuenta dos. En los otros evangelios, Jesús pregunta a los demonios por su nombre. En san Mateo, apenas hay diálogo. Jesús sólo pronuncia un monosílabo: Id.

Da igual. Lo que importa es que es la mera presencia de Jesús la que hace huir a los demonios. Igual que ayer su mera presencia, aun dormido, gobernaba los vientos y las olas, hoy basta una palabra suya para liberar a los endemoniados. Y tanto ayer como hoy aprendemos que nada debe temer quien tiene consigo a Cristo.

Explicaba yo a unos niños cómo la vela del bautismo representa la luz del alma en gracia. Y les advertía que esa llama puede apagarse. Un niño levantó la mano y dijo: «Es verdad. Porque viene el demonio y sopla».

Respuesta incorrecta. Ni todos los demonios del infierno soplando juntos pueden robarte la gracia de Dios. Por eso, nada tienes que temer.

El único que puede apagar la vela de tu bautismo eres tú. Con el soplo del pecado. He ahí tu verdadero enemigo. Guárdate de ti mismo.

(TOI13X)

Según el horario previsto

¡Cuántas veces tendrá Jesús que decirnos lo mismo!

¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?

Pero, por más que nos lo diga, no acabamos de aprender. Como les sucedió a los apóstoles durante aquella tormenta, a menudo sentimos que las aguas nos tragan, que hemos perdido el control de la pequeña barca que es nuestra vida, que las olas nos sacuden hasta el vértigo y nos puede la angustia. Entonces clamamos al Señor desesperados y Él, sereno, nos vuelve a decir:

¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?

Una vez más, habíamos olvidado que no nos corresponde llevar el control, que la barquichuela la dirige Él, incluso cuando está dormido. ¿Cómo haces, Jesús, para guiar la barca mientras duermes? Dímelo, para que no vuelva a tener miedo.

«En mi vigilia gobierno desde la tierra. En mi sueño gobierno desde el cielo. Porque, cuando duermo, sueño con mi Padre. Y tú soñarías conmigo si también supieras dormir. Ten calma».

Dice san Pablo que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien (Rom 8, 28). Deberíamos grabarlo en piedra y mirarlo quince veces por minuto: Todo marcha según el horario previsto. El horario previsto por Dios.

(TOI13M)

Sólo para insensatos

Tenemos miedo. Más que el que han tenido las generaciones anteriores a nosotros. Quizá el precio de poseer más riquezas sea el de tener más miedo a perderlas. Muchos, si salen de casa sin el teléfono móvil, se sienten desprotegidos y vuelven sobre sus pasos para recuperarlo. Tenemos mucho miedo.

No sólo nosotros. Cristo topó también con la falsa sensatez que camufla de prudencia los miedos del mundo.

«Maestro, te seguiré adonde vayas». «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». «Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».

Hijo, termina la carrera y después irás al seminario. Hija, sal antes con chicos y, si no encuentras novio, ya irás al convento. Si das tanta limosna pasaremos necesidad…

Todo se vuelve lastre a la hora de seguir a Cristo. Pero el verdadero lastre es esa falsa prudencia, la sensatez del mundo. Para seguir a Jesús es preciso pasar por insensato ante el mundo, haber perdido la cabeza y haberse enamorado loca y apasionadamente.

Sólo cuando los jóvenes estén dispuestos a hacer locuras por Cristo repuntarán las vocaciones.

(TOI13L)

El tú a tú

Las grandes gestas con que Dios cambia la Historia no son como rayos venidos del cielo con estruendo y rugido de truenos. Hay estruendo, desde luego, y si el trueno tiene que rugir, rugirá. Pero el comienzo de todo es siempre un tú a tú, un momento secreto de intimidad amorosa con el hombre. Moisés frente a la zarza. María frente a Gabriel.

Tú eres el Mesías… Tú eres Pedro…  He aquí un auténtico tú a tú de dos hombres que se miran a los ojos como si no hubiera nadie alrededor. En el caso de Pablo, el tú a tú fue más violento. Más que encuentro fue encontronazo. Pero es que con Pablo todo es violento. Pablo es un volcán.

En todo caso, es ahí, en ese tú a tú, donde se forja la santidad del hombre y el futuro de la Iglesia. La grandeza de sus columnas (y Pedro y Pablo lo son) no está en la fortaleza de la piedra ni en el esplendor del capitel, sino debajo de la tierra, en lo escondido, en la Roca sobre la que se asentaron.

Cuida mucho ese «tú a tú» con Jesús. Así podrá Él hacer obras grandes contigo.

(2906)

En el templo está Jesús

Por dos veces se refiere san Lucas al modo en que la Virgen guardaba todo en el corazón. La primera es en Belén, tras la visita de los pastores. La segunda tiene lugar cuando, al cabo de tres días, José y ella encuentran al Niño perdido en el templo.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Precisamente por eso, porque aquella alma contemplativa guardaba en el silencio de su corazón, como palabras venidas de Dios, los acontecimientos de su vida, debió entender que, en adelante, si sentía la angustia por la ausencia de su Hijo, lo encontraría en el templo. Es decir, en su propio corazón inmaculado, que era el santuario más precioso de la divina gracia. Apréndelo también tú. Cuando te parezca que has perdido de vista a Jesús, busca en lo profundo de tu alma en gracia y lo encontrarás.

También por eso, María vivió el Sábado Santo recogida en su inmaculado corazón. Allí seguía, dormido, como dormido estaba en lo profundo de la tierra, su Hijo. Y, una vez más, lo recobraría despierto al tercer día. Entonces comprendió que aquellos tres días en que perdió a Jesús en Jerusalén eran anuncio de su muerte y resurrección.

(ICM)

La mirada que nos salva

sagrado corazónEl hombre es el único ser de toda la Creación a quien se puede destruir con una mirada. Así de frágiles somos. Basta una mirada de desdén, de desprecio, o –peor– de odio salida de los ojos de un ser querido para pulverizarnos. Por eso queremos que nos miren bien. Aunque no siempre lo logramos. Cuando saltan a la vista nuestras miserias, quizá el peor castigo sea el modo en que nos miran quienes las han sufrido.

Hoy celebramos el Amor con que Dios nos ama. Dejadme describirlo con las palabras del Apóstol: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros (Rom 5, 9). Dios nos mira con cariño incluso cuando todas nuestras miserias salen a la luz. Cristo es Aquél que nos sonríe cuando nos vemos bañados en nuestras debilidades. Aquél que nos besa cuando estamos cubiertos de barro y, con su beso, nos limpia y purifica.

¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido. En esos momentos en que, para los demás, somos una carga o un estorbo, para Cristo somos la oveja perdida. Nos sonríe, nos carga con gusto sobre sus hombros, y nos lleva a casa.

(SCJC)

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