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Espiritualidad digital – Página 19 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

Nos falta autoestima

No sé si nos falta autoestima, nos falta fe, o nos faltan ambas cosas. Pero leemos: Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios, y pensamos: «Eso no va conmigo. ¡Cómo voy yo a curar a un enfermo o a resucitar a un muerto!».

No somos conscientes de hasta qué punto podemos ser fuente de sanación para los demás. A una persona que está sufriendo se le acerca un cristiano, le da cariño, lo anima y le habla de Dios, y algo sana en su interior. Quien estaba sufriendo en medio del desaliento sufre ahora con paz y esperanza. Y quien estaba sufriendo solo sufre ahora en compañía del amigo. Ya sabes: las alegrías se multiplican y las penas se dividen.

Ya sé que no podemos evitar el sufrimiento de los hombres. Ni debemos. Cristo, que sufrió en la Cruz por nosotros, no nos pide eso. Al pedirnos que curemos enfermos y resucitemos muertos se refiere a que sanemos soledades y llevemos gracia a las almas azotadas por el pecado. Y eso, con la ayuda de Dios, podemos hacerlo. Si fuéramos conscientes del poder que tiene la caridad de un cristiano en gracia para sanar almas heridas, lo usaríamos más.

(TOI14J)

De abajo arriba

Ya te he contado en alguna ocasión la cantidad de veces que los sacerdotes escuchamos esta frase: «No soporto a los políticos». Si tú eres uno de quienes se acusan de ello, haces bien en acusarte, porque el amor –dice san Pablo– todo lo soporta. Y porque si al Señor le diera por no soportarte a ti o a mí, estaríamos perdidos.

De todas formas, te equivocas. Piensas que los políticos son culpables de la situación de nuestra sociedad, como si el mundo cambiase «de arriba abajo». Con políticos corruptos, la sociedad se corrompe. Y, si tuviéramos políticos santos, la sociedad sería angelical.

Mentira. Hoy día, unos políticos santos serían mártires.

Y tampoco es verdad que la sociedad cambie «de arriba abajo». De ser así, Cristo hubiera enviado a los discípulos a predicar a los reyes. Sin embargo, los envió a predicar a las ovejas descarriadas de Israel.

Deja de quejarte. Tienes a las ovejas descarriadas a la puerta de tu casa, en el bar de enfrente, en la piscina… Si anunciásemos el evangelio a esas ovejas descarriadas, y ese anuncio se propagase por todos los ambientes, una sociedad de santos produciría políticos santos. El mundo cambia «de abajo arriba».

(TOI14X)

Como bandera discutida

A veces me sorprendo a mí mismo cuando me veo, en mi cargo de párroco, tratando de tener contento a todo el mundo. Hasta que me vienen unos novios que quieren convertir su boda en un recital de bandas sonoras de películas y tengo que decirles: «No». Se me enfadan los novios, me llama la madre de la novia por el disgusto que tiene su hija, me llaman los músicos para tratar de convencerme… Y yo me digo: «Pero, Fernando, ¿eres tonto? ¿Aún no te has dado cuenta de que no puedes agradar a todo el mundo?».

Nunca se ha visto en Israel cosa igual… Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios. Si en torno a Cristo, que es la Verdad encarnada, se dividieron los hombres, alabándolo unos y ultrajándolo otros, no vayamos nosotros a querer caer bien a todos.

Insisto en que Cristo es la Verdad, porque la única forma de agradar a todo el mundo es mintiendo. Pero hasta ese truco funciona pocas veces.

Asumamos que siempre habrá quien nos mire mal, quien hable mal de nosotros… y no creamos que, por eso, estamos haciendo algo mal. Preocupémonos sólo de agradar a Dios.

(TOI14M)

La fe de la hemorroísa y los calcetines de san Pío

A san Pío X, según dicen, le robaron unos calcetines como reliquia. Y una religiosa se le acercó y le dijo: «Santidad, he sanado de una enfermedad al tocar sus calcetines». El buen papa respondió: «Qué raro, yo me los pongo todos los días y no me hacen ningún efecto».

Una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría. Como los calcetines de san Pío, no era el manto de Jesús el que obraba milagros, sino la fe de aquella mujer. ¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado. Porque creyó que aquel hombre era Dios; que ella se estaba muriendo y Él era la Vida; que la Vida manaba de Él como un río; que la misma Vida consiste en estar en contacto con Él…

Hay todo un tratado de espiritualidad en la fe de la hemorroísa. El milagro, a fin de cuentas, es lo de menos. ¿De qué te sirve curarte de unas hemorragias para morir después y perderte para siempre? Pero si crees que Cristo es la Vida y te abrazas a Él, vivirás eternamente.

(TOI14L)

La cerveza, las almas y Dios

Muchos de vosotros asistiréis, este domingo, a la primera misa de vuestras vacaciones. Y podría desconcertaros que, una vez deshechas las maletas y dispuestos a disfrutar del primer aperitivo, el Señor os diga:

¡Poneos en camino!

¡Pero si yo venía a tumbarme!

Has traído al apartamento quince maletas, y te dice Jesús:

No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias.

¿Y dónde meto el cargador del móvil, y el plato de la comida del perro?

Jajaja. Y, por si no hubiera suficiente:

La mies es abundante y los obreros pocos.

¡O sea, que encima quieres que me ponga a trabajar en vacaciones! ¡Adiós, descanso! Y ¿qué trabajo quieres que haga?

Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa»… Curad a los enfermos que haya.

Tu trabajo es ir a la playa, beber cerveza en el chiringuito y pasear al atardecer. Pero no como quien se ha ganado un descanso y se lo cobra, sino como quien ha sido enviado por Cristo a proclamar: El reino de Dios ha llegado a vosotros.

Hay mucha gente en tu lugar de vacaciones que necesita ese anuncio. ¿A qué esperas? ¡Ve al chiringuito, que te esperan la cerveza, las almas y Dios!

(TOC14)

El sábado es de la Virgen

En el sábado se dan la mano la soledad y la esperanza. O, mejor, la esperanza toma de la mano a la soledad y la invita a mirar al cielo. Es el día de la Virgen.

Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.

Hoy el esposo ha sido arrebatado, y yace bajo tierra. Pero la madre se quedó, para que la soledad no quedara sin consuelo. En los momentos de mayor oscuridad en mi vida, siempre he encontrado en ella esa gota de dulzura que me ha ayudado a transitar por el valle de la muerte.

No dejes ningún día de rezar el rosario. Es la bendita cadena que te une a la Virgen, la garantía de que tu mano y la suya caminan unidas en la travesía del sábado, ese sábado en que parece que Dios ha muerto y vencen el mal y la muerte.

Recorriendo con ella este mundo de sombras, se llena de esperanza el corazón. Y entiendes que el silencio que todo lo llena no es sino el preludio de una sinfonía de primavera. Y las espesas tinieblas, con sus fantasmas, no son sino anuncio de un amanecer glorioso. Mañana será domingo.

(TOI13S)

La salvación sin ejército

El «Ejército de salvación» era una figura muy recurrente en las películas clásicas americanas, sobre todo en las ambientadas en los años 20 y 30 del pasado siglo. Desfilaban por las calles con sus tambores y trompetas, y se metían en los bares y los antros invitando a los borrachos a dejar la botella y cambiarla por la Biblia. Aún recuerdo la maravillosa «Guys and Dolls». A los borrachos, que estaban borrachos, no les hacía mucha gracia que aquellas señoritas les amargaran la cogorza con sermones. Casi lo comprendo. Eran unas petardas.

¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Me atrevo a dudar que Jesús hubiese formado parte de aquellas tropas victorianas. Jesús se acercó a los pecadores, pero no para condenarlos, sino para comer y beber con ellos. No les anunciaba, con su presencia, que acabarían en el infierno, sino que Dios los amaba, incluso mientras estaban borrachos, robaban en el telonio –como Mateo– o se prostituían.

Porque lo de que iban a ir al infierno ellos ya lo sabían. Llevaban el infierno dentro. Pero el que Dios los amase así, tal como estaban, era la gran noticia que los enamoró y los movió a conversión.

(TOI13V)

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