Ni ovejitas, ni orfidales

No sé por qué la gente toma tantas pastillas para dormir habiendo rosarios. De pequeño me enseñaron a contar ovejitas, pero de mayor me di cuenta de que contar ovejitas es una estupidez: como vengan balando no te dejan dormir. Lo mejor, para dormir, es rezar el rosario. Mientras rezas el rosario, te haces niño, la Virgen te acuna, y duermes como un bebé. Luego, si, por cualquier motivo, te despiertas a las tres de la mañana, te sorprendes con el avemaría en los labios, y es muy dulce. Y, si no te duermes, enganchas un rosario detrás de otro y los pecadores se van confesando.

Pero, por encima de todo, estoy convencido de que quien duerme con Dios morirá con Dios.

La niña no está muerta, está dormida. No es la única vez que Cristo llama sueño a la muerte. También de Lázaro dijo: Está dormido, voy a despertarlo (Jn 11, 11). Ya lo ves: a los ojos del Señor, el sueño y la muerte son primos hermanos. Al fin y al cabo, ¿qué es la muerte, sino un sueño del que despertaremos ante la Virgen y Jesús?

Por eso, orfidal aparte, duerme con Dios y morirás con Dios.

(TOI14L)