La película que nunca se hará
Me gusta el cine, pero no sé hacer películas. También me gusta ver la hora, aunque no sé hacer relojes. A pesar de todo, si tuviera que realizar una película sobre la Virgen, la primera escena sería la más difícil: la presentaría en el cielo, sentada junto a su Hijo, con el rostro radiante de felicidad. Y, tras esa presentación, la película sería un flashback. ¿Cómo llegó a ese maravilloso destino?
Ahora, las escenas:
Una niña inmaculada, hermosísima, pero no con la hermosura sintética de la báscula y el bronceado, sino con la hermosura con que un alma limpia brilla en los ojos e ilumina el rostro.
Una joven arrebatada en amor, y por amor virgen con la virginidad apasionada de la enamorada de Dios.
Una madre que adora a su Hijo, que derrama lágrimas mientras calza y besa el pie de su Amor.
Una mujer herida y serena que acompaña al Hijo mientras Él extiende los brazos como alas para volar al cielo.
Una mujer dichosa que abraza al Hijo resucitado en la mañana de un domingo radiante.
Una mujer que es llevada al cielo, porque su Hijo no quiere cielo si mamá no está con Él.
The end.
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