Hombres con olor a cielo
La pregunta que Jesús hace a los fariseos debería tener una respuesta rápida y sencilla:
El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?
¡Pues claro que veía del cielo! De otra forma, ¿cómo hubiera sido posible que un tipo solitario que vive en el desierto y come saltamontes congregase a tanta gente y fuera creído por tantos? Sólo hay una respuesta: Porque aquel hombre olía a cielo. También por eso, porque olía a cielo, fue odiado por los hijos de las tinieblas y asesinado por un adúltero.
Quien obedece al cielo, quien cumple la voluntad de Dios, hace que la eternidad se derrame en la tierra. Con su vida está gritando a los hombres que está cerca el reino de Dios.
Ellos se pusieron a deliberar: «Si decimos “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído?”». ¡Claro! Porque la vida del santo mueve a los hombres a hacer un acto de fe.
No hablamos sólo de Juan. Hablamos de ti. Tú también debes ser, para muchos, precursor del Mesías que viene. Y no tienes otra forma de serlo que la de Juan. Ojalá muchos puedan decirte: «Creo en Jesús porque te he conocido».
(TA03L)











