Estáis a vuestra bola
La parábola de los niños que tocan la flauta y entonan lamentaciones (qué gracia, antes se traducía: «hemos entonado endechas», era muy literario) se podría resumir hoy con una expresión muy gráfica: «Estáis a vuestra bola».
Vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Tiene un demonio». Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores».
Está la Iglesia en silencio, asida a la mano de la Virgen y fijos los ojos en Juan Bautista mientras espera ansiosa al Salvador. Y, mientras tanto, el mundo a su bola. Compras, lotería, festivales de luces en las calles y muchas comidas navideñas antes de Navidad. Cuando llegue Jesús, encontrará a todo el mundo tan alborotado que no le harán caso. El Adviento debería ser tiempo de silencio y sobriedad, no una navidad adelantada por motivos comerciales. Y los villancicos deberían esperar al 24 por la noche. Hasta entonces, iría mejor el «Rorate coeli».
Y conste que tengo ya marcadas cuatro comidas prenavideñas a las que debo ir. No puedo, no debo aislarme del mundo. Pero tendré que ir con acompañante: con Juan Bautista. Otra de saltamontes, garçon.
(TA02V)











